MANDELA | Ramón Guillermo Aveledo

“Siempre parece imposible, hasta que se hace” es una frase de Nelson Mandela que tengo en mi biblioteca, cerca para volver a leerla cuando las dificultades parecen màs grandes que nuestras fuerzas.

Las prolongadas complicaciones de salud y la edad han motivado muchas reflexiones en estos días acerca de la significación de este grande hombre de nuestro tiempo. Negro en un país regido por el racismo institucionalizado, el apartheid intrìnsecamente inmoral, preso por veintisiete años y liberado cuando ya pasaba los setenta, Mandela salió sin rastro de amargura o resentimiento a negociar términos razonables de transición con sus antìguos captores y, ganadas las elecciones, a liderar la reconciliación y la construcción de una Sur Africa democrática, moderna e integrada. Comunista por formación y convicción al entrar en la cárcel, el Mandela que gobernó lo hizo con total tolerancia política y social, y con certera comprensión de los cambios del mundo y, por lo tanto, la inviabilidad de aquellos dogmas. Agradeciò la solidaridad de sus camaradas, pero en absoluto se le ocurrió imitar los modelos, ya probadamente fracasados, que impulsaron desde el poder. Para mì, es un héroe verdadero.

Quien según su biógrafo Richard Stengel es un “símbolo sonriente del sacrificio y la rectitud”, es hombre meticuloso y madrugador. Estricto en la puntualidad, consigo mismo y con los demás. Prefiere convencer que ordenar, pero ordena si es necesario. Naturalmente flexible, como es propio en un político y un estadista, defiende lo que cree justo con firmeza que puede parecer intransigente. De los muchos reconocimientos que ha recibido incluido el Nobel de la Paz en 1993, doctorados honoris causa, galardones, condecoraciones, con orgullo podemos los venezolanos decir que el primer premio que recibió fue el Simòn Bolìvar, otorgado por la UNESCO con patrocinio nuestro, entregado en la inauguración del Teresa Carreño durante el Bicentenario del Libertador, celebrado con brillo en 1983. Por cierto, un recuerdo con valor simbólico, el premio lo compartió con el Rey Juan Carlos, en quien se valorò su papel en la transición española a la democracia. ¡Esa es Venezuela!
De sus múltiples lecciones, una en especial. Es un juego largo. La impaciencia no es virtud.