A sangre y fuego

Por: Edmundo González Urrutia

Los venezolanos vivimos otra jornada violenta el 23 de febrero cuando el usurpador de Miraflores ordenó a la Fuerza Armada y a los grupos paramilitares que operan bajo su mando, se impidiera a sangre y fuego, el ingreso al país de la ayuda humanitaria.

La violencia comenzó desde tempranas horas del día en la zona de frontera con Brasil. Fue el primer punto –según señalaron fuentes parlamentarias- por donde ingresó un camión de carga custodiado por miembros de la comunidad indígena pemón que fueron salvajemente reprimidos. Allí se produjeron las primeras cuatro víctimas fatales y decenas de heridos. Por la frontera con Colombia la fuerza de las armas impidió la entrada, llegando incluso a incendiar algunos camiones.

Un repaso de las portadas de algunos medios impresos el domingo 24 de febrero, da cuenta de unos episodios que cobraron notoriedad internacional por la saña con la que el gobierno ordenó impedir la entrada de la asistencia humanitaria: “Régimen sordo”, “Ayudas en llamas”, “Venezuela sangra en busca de paz”, “Incendian camiones con ayuda”, “De la esperanza al caos”, “Maduro resiste, ataca la ayuda y rompe con Colombia”, “La ayuda humanitaria se atasca en la frontera” fueron algunos de los titulares.  

Las imágenes de los camiones incendiados dieron la vuelta al mundo y mostraron el peor rostro del régimen que con esta acción quebranta     acuerdos internacionales suscritos por la República. Al tiempo que en las Fuerzas Armadas se producían deserciones, una ruptura aún pequeña de más de un centenar de efectivos, pero que si se agrega a los otros que han pedido la baja o simplemente han desertado, evidencia el creciente malestar que reina dentro de la institución castrense.

Esa misma noche, el presidente interino diputado Juan Guaidó anunció que “Los acontecimientos de hoy me obligan a tomar una decisión: plantear a la comunidad internacional de manera formal que debemos tener abiertas todas las opciones para lograr la liberación de esta patria», unas palabras que sugieren que llegó el momento para una acción multilateral más firme. Al tiempo que notificaba su participación en la reunión del Grupo de Lima convocada en Bogotá para el lunes 25 de febrero.

¿Cuáles son los escenarios que se plantean en el contexto de una situación caracterizada por la volatilidad e inmediatismo? Es evidente que a estas alturas una solución pacífica del conflicto pasa por la salida de Nicolás Maduro del poder al más breve plazo. Sin embargo, para ellos y su principal aliado el gobierno cubano, los costos son muy elevados razón por la cual harán lo imposible por postergarlo acudiendo a algunas tácticas dilatorias ya utilizadas que le permitan aferrarse al poder por un tiempo más. A estas alturas esto parece inviable, pero hasta ahora les había funcionado.

La violencia criminal de la actuación de las fuerzas militares y grupos parapoliciales en contra de la población civil desarmada constituye un crimen de lesa humanidad y son una expresión clara de la poca voluntad de propiciar una salida en paz. Esto quedó explícitamente reconocido en la Declaración

Más allá del fuerte lenguaje de la declaración, el Grupo de Lima llegó a la conclusión de que Maduro representa una amenaza a la paz y la seguridad internacional por lo cual el tema –sin abandonar la discusión en el órgano regional-, pase a la consideración del Consejo de Seguridad de la ONU donde se impulsará la activación del sistema.

Lo anterior nos remite a otras herramientas de la diplomacia: una mayor presión y cerco democrático internacional; mayores sanciones a personeros del régimen; aplicación del abanico de opciones previstas en el artículo 6 del protocolo de Ushuaia II sobre Compromiso Democrático en el Mercosur que entre otras medidas incluye: la suspensión del derecho de participar en los distintos órganos del Mercosur; el cierre parcial o total de las fronteras terrestres, la suspensión y/o limitación de comercio y del tráfico aéreo y marítimo, de las comunicaciones y de la provisión de energía, servicios y suministros; la suspensión del goce de derechos y beneficios del tratado Mercosur; la promoción de la suspensión del estado afectado de otras organizaciones regionales o internacionales; y la adopción de sanciones políticas o diplomáticas adicionales, por citar algunas.

Así las cosas, la situación ha llegado a un punto de no retorno. El cerco internacional, mayores sanciones individuales, la apuesta a la división en la cúpula militar (cada vez más Maduro desconfía de los militares) y un mayor involucramiento de potencias extra regionales como China, lucen como opciones alternativas para alcanzar el objetivo de una pronta transición democrática en Venezuela.

Caracas, 26 de febrero 2019

 

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