Nayib Bukele

Por: Edmundo González Urrutia

Nayib Bukele tiene 37 años. Acaba de tomar posesión como presidente de El Salvador rompiendo varios récords en la política del país más pequeño de América. Ganó en la primera vuelta de las elecciones con el 53.7% de los votos; acabó con 30 años del bipartidismo que había gobernado: Arena y el FMLN; se convirtió en el presidente más joven en la historia política de ese país; su campaña electoral fue completamente distinta a todas las anteriores y su discurso de toma de posesión fue el más breve de todos los que lo precedieron: 2.534 palabras.

Aunque sus orígenes políticos estuvieron vinculados al FMLN, partido por el cual electo Alcalde de San Salvador entre 2015 y 2018, no tardó mucho tiempo en romper con dicha organización de la que fue finalmente   expulsado en el 2017. No tenía una formación política propia por lo que tuvo que recurrir a ciertas maniobras para inscribir su candidatura poco antes del cierre del lapso como candidato del partido Gana, una vieja organización de la derecha formada por ex miembros de Arena y con una dudosa reputación. Gradualmente cambió los emblemas, símbolos y colores de GANA para sustituirlos por los de la organización que conformaría poco tiempo después: Nuevas Ideas que fue legalizada hace menos de un año.

Lo cierto es que resulta poco fácil encasillar su pensamiento político. En varios de sus discursos de la campaña se auto definió como candidato antisistema y su promesa electoral más repetida fue “hacer una política diferente”.

Manejó con destreza las tecnologías de comunicación y redes sociales y las aplicó con tino en una sociedad que veía con hartazgo la clase política tradicional.

Se abre una nueva etapa con no pocas incertidumbres y complejos desafíos. Aunque sus seguidores lo ven como una esperanza de cambio, casi como un “redentor”, que viene a acabar con la corrupción y los malos gobiernos, su primer mensaje al país, del que se esperaba más, no despejó las dudas. Muchos esperaban saber cuál sería el nuevo rumbo del país, cuáles serían las estrategias, las acciones y las áreas prioritarias para acometer los graves desafíos.  

Por si fuera poco, le corresponderá manejarse con una Asamblea Nacional que dominan ampliamente los partidos ARENA y FMLN y en la que su organización es una fracción minoritaria. Así pues deberá resolver la paradoja del discurso antisistema y anti partidos tradicionales, ya bastante desprestigiados y sin apoyo popular, con los cuales habrá de entenderse para gobernar.

Su primera decisión en el ámbito militar fue bien recibida: «Se ordena a las Fuerzas Armadas retirar de inmediato el nombre del Coronel Domingo Monterrosa, del Cuartel de la Tercera Brigada de Infantería, en San Miguel». Monterrosa fue un militar señalado por la Comisión de la Verdad de la ONU como el principal responsable de la matanza de El Mozote, considerada como la mayor atrocidad ocurrida en el siglo XX en América Latina, acaecida en diciembre de 1981. Las cifras de esta masacre son muy elocuentes: 986 ejecutados, la mitad de ellos niños menores de 5 años.

Un tema que nos atañe a los venezolanos. Nicolás Maduro fue un aliado del anterior gobierno salvadoreño de Sánchez Cerén. En esta ocasión no fue invitado a la toma de posesión de Bukele una manera explícita de desmarcarse y no reconocerlo como presidente legítimo de Venezuela. Durante la campaña electoral lo calificó como dictador.

De otra parte, la Fiscalía salvadoreña allanó recientemente las oficinas de Alba Petróleos y una red de 26 empresas vinculadas a ésta en el marco de investigaciones para establecer indicios de actividades relativas al lavado de dinero. Alba Petróleos es un tinglado armado con recursos financieros de Venezuela. En virtud de estos acuerdos se conformaron varias empresas tales como Alba/Alimentos, Alba/Gas, Centro de Investigaciones Científicas de Alba Petróleo, Consultores Técnicos Empresariales, y varias otras entidades financieras y fundaciones.

¿Será Bukele capaz de devolverles a los salvadoreños el apego por la democracia tan poco valorado en este momento?  ¿Podrán las organizaciones políticas recuperar la credibilidad y confianza del electorado?  ¿Habrán leído éstas bien el mensaje de los electores?

Caracas, 5 de junio 2019

 

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