La escena internacional en el 2020

Edmundo González Urrutia

 

El panorama internacional para el año 2020 se avizora incierto y con serias amenazas para la paz y la estabilidad mundial sobre todo a raíz del asesinato del general iraní  Qasem Soleimani y los ataques con misiles, en represalia, a una base militar estadounidense en Irak, lo cual ha elevado las alarmas en todo el Medio Oriente.

Así las cosas, todo parece indicar  que el año que se inicia mostrará un mundo que para algunos está aún en transición, y donde podría ocurrir la reconfiguración de un nuevo orden internacional, aunque todavía no esté definido su resultado. Lo que sí parece claro es que el actual atraviesa una severa crisis y que la incertidumbre, la inestabilidad y el desconcierto continuarán siendo factores predominantes en el tablero geopolítico global.

Si el año 2019 estuvo plagado de conflictos, el que iniciamos se perfila no menos inquietante. Las tensiones de Estados Unidos con Irán y Corea del Norte por su ambicioso programa nuclear; el aumento del gasto militar  -10 veces mayor que a mediados de los noventa- según reportan organismos especializados;  los estragos de la crisis migratoria; la cuestión del cambio climático; los desarrollos de nuevos misiles hipersónicos por parte de Rusia con capacidad de volar a velocidades inimaginables; el auge del fenómeno populista en varias regiones del mundo; la amenaza separatista y demandas de mayor autonomía en algunos países; la incorregible corrupción y sus efectos desestabilizadores; el creciente descreimiento en la democracia y la ola de protestas ciudadanas – algunas de ellas masivas y violentas, son algunas de las señales cuyos efectos se harán sentir en las relaciones internacionales.

En el plano regional, si bien celebramos que la democracia ha resistido las pruebas de la alternancia en el poder como las ocurridas en Brasil y Costa Rica en  2018, y en El Salvador, Panamá, Guatemala, Argentina y Uruguay en 2019, persisten situaciones inconclusas como la crisis política en Bolivia, Nicaragua y la propia Venezuela cuyos desenlaces, aún pendientes, lucen tan inciertos como preocupantes. No es por azar que algunos analistas consideren América Latina como zona de riesgo.

En Chile depende de la reforma constitucional prevista para el año 2020. En Venezuela  se mantiene la confrontación política y la polarización en medio de la crisis más severa que haya conocido el país. La solución política, constitucional y electoral debería encontrar un camino al más breve plazo con miras a la reconstrucción democrática y pacífica del país.

Por otra parte, a las movilizaciones masivas que han sacudido las bases de la convivencia política en algunos países de la región (Ecuador, Chile, Bolivia, Nicaragua) anotemos  las de los “chalecos amarillos” en Francia, las manifestaciones en Hong Kong, en Argelia y en Cataluña. Unas protestas que cuestionan las instancias que deberían servir de catalizador de las inquietudes y frustraciones de buena parte de la sociedad.

En 2020 tendrán lugar también varios acontecimientos políticos de gran interés en los Estados Unidos. La votación en el Senado sobre un eventual “impeachment” del presidente Donald Trump; la selección de los candidatos presidenciales de los Partidos Demócrata y Republicano y la elección presidencial del 3 de noviembre cuyos resultados marcarán sin duda la agenda internacional de los tiempos por venir.

En medio de otra crisis como es la que atraviesa el multilateralismo, el 2020 se conmemoran los 75 años de la firma de la Carta de San Francisco que creó a la Organización de las Naciones Unidas. Para el 21 de septiembre  de este año, y en cumplimiento del mandato de la Asamblea General, se celebrará una reunión cumbre de Jefes de Estado  convocada bajo el lema “El futuro que queremos, las Naciones Unidas que necesitamos: reafirmación de nuestro compromiso colectivo con el multilateralismo”.

No son pocos los desafíos que se abordarán en dicha reunión. Citemos tan sólo el complicado asunto de la reforma del Consejo de Seguridad que desde hace un buen tiempo ya da señales de obsolescencia; los problemas financieros de la organización y las emergencias humanitarias (este próximo año, por primera vez, se incluye a Venezuela).

En cuanto a la economía, y no obstante los avances realizados en materia de políticas macroeconómicas en varios países de la región, hay rezagos importantes. De acuerdo a datos de la CEPAL, la región crecerá a un ritmo del 1.3%. Los llamados países emergentes no terminan de consolidarse. Sobre Brasil se proyecta un crecimiento menor del 2%, y las sombras del default acechan a la Argentina cuya capacidad de pago es limitada frente una deuda abultada. De otra parte, las tres principales economías del mundo: Estados Unidos, China y la Eurozona, experimentarán una desaceleración en su crecimiento. Los más pesimistas avizoran una nueva recesión.

Como datos alentadores tenemos la tregua en la guerra comercial entre Estados Unidos y China; el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México.

En suma, comienza un nuevo año con grandes incertidumbres y complejos desafíos. Tiempos de avances tecnológicos pero también de rupturas que aceleran las desigualdades globales.

Caracas, 9 de enero 2020

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