Elecciones en los Estados Unidos marcadas por la polarización

Por Edmundo González Urrutia

Pudiera lucir una temeridad escribir sobre los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos cuando faltan pocas horas para que culmine formalmente el proceso electoral y cuando casi todas las mediciones de opinión de dentro y fuera del país ya perfilan como ganador al candidato del Partido Demócrata.        

  
Esta ha sido la elección que ha concitado la mayor atención de la opinión pública nacional e internacional en muchos años; una contienda atípica en la que hasta el mediodía de hoy lunes ya habían anticipado su voto 90 millones de personas, es decir el 70% del padrón electoral, y en la que se han gastado 14 mil millones de dólares durante la campaña.  


Compiten dos candidatos con visiones y orígenes diferentes. Uno, veterano dirigente político, con una larga trayectoria como parlamentario y que ocupó el cargo de Vicepresidente. Otro, un magnate empresario poseedor de una inmensa fortuna personal, con un carácter mercurial que ha marcado un controversial estilo de hacer política.     


Es lógico y sobran razones para pensar que para los venezolanos, inmersos en la mayor crisis política que jamás hayamos conocido, esta campaña haya sido seguida a pulso y con especial interés. En efecto, no son pocas las repercusiones que puede traer para Venezuela. Aun cuando muchos han anticipado que sobre la crisis venezolana existe una posición bipartidista, es decir que gane quien gane tendrá una misma aproximación al asunto, el debate se centra en si se mantendrán las sanciones como herramienta política de presión a la dictadura venezolana o si se ensayarán estrategias menos confrontacionales que conduzcan a una salida pacífica, democrática y electoral.    


El complejo sistema político/electoral de los Estados Unidos implica que aun cuando un candidato obtenga la mayoría del voto popular, ella no le aseguraría necesariamente su victoria.    


Otro dato no menor tiene que ver con los cambios que se han introducido en la legislación, organización y logística del proceso electoral en todos los Estados de la Unión, derivados de la crisis sanitaria, y que pueden afectar la celeridad del proceso y el anuncio de sus resultados.   


La polarización ha sido el rasgo más visible de esta campaña y cualquier ejercicio de futurología puede conducir a resultados equivocados. Aun cuando para no pocos analistas estos ya están definidos, las advertencias y amenazas sobre un eventual fraude que ponga en tela de juicio el triunfo, o que inciten al desconocimiento de los mismos, están a la orden del día.      
Varias situaciones podrían complicar la jornada y provocar escenarios de violencia: demoras en dar los resultados; el no reconocimiento de los mismos por alguno de los candidatos; o que uno de ellos se proclame anticipadamente como vencedor. De igual forma, el procesamiento de los votos por correo podría dar pie a denuncias sobre supuestas irregularidades que enturbien la contienda.       


Confiamos en que la madurez política del pueblo estadounidense, su vibrante democracia, la vocación cívica y el respeto por el estado de derecho frenen cualquier acción de desesperación que ponga en riesgo la tranquilidad ciudadana y someta al pueblo estadounidense a una tensa jornada.

3 de noviembre de 2020

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