No hay que esperar que cambie el gobierno para institucionalizar la igualdad de género

La desigualdad de género en las áreas de la vida pública cono en el trabajo humanitario está presente en Venezuela y es imperativo reconocerlo para construir una institucionalidad con verdaderos liderazgos femeninos.  “No hay que esperar que cambiemos el gobierno  para que suceda. Ya está sucediendo de modo dinámico, y en la medida en que lo vayamos alcanzando con más efectividad, tendremos una institucionalidad con liderazgo más democrático, menos competitivo y más transformador”.

Así lo señaló la nutricionista Susana Rafalli, trabajadora humanitaria y especialista en el tema alimentario, durante el foro “La Mujer, protagonista de la nueva institucionalidad”, en el cual se analizaron los rezagos y roles femeninos. Participaron también la jurista Cecilia Sosa, expresidenta de La Corte Suprema de Justicia, y  la abogada Janet Camilo, exministra de la Mujer en República Dominicana.

El foro fue convocado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro (IEPFT), en alianza con la UCAB, con el apoyo de Universitas Fundación. Es el primero de seis eventos programados por el Grupo de Trabajo Mujer del Instituto para este año y el primer trimestre de 2022.  El propósito es contribuir a poner en el debate público la realidad y las propuestas de políticas públicas. Esto para transformarla en sentido de dignidad humana, señaló el presidente del IEPFT,  Ramón Guillermo Aveledo, durante la presentación del evento por vía digital.

 “Inaceptable injusticia y grave error comete una sociedad al subvalorar a la mujer”, dijo. Y explicó que desde la Convención sobre derechos políticos de la mujer en 1954 y el Convenio 111 de 1960, las declaraciones y acuerdos internacionales, así como la legislación venezolana, han reconocido el rol de la mujer y reflejado una creciente conciencia mundial ante una desigualdad éticamente inadmisible. Sin embargo, “la realidad sigue rezagada con relación a la conciencia, el derecho internacional y el derecho interno”.

A pesar de ello, destacó el rol de la mujer, en medio de la polarización y crispación del país,  en las protestas de 2017 y su violenta represión en Barquisimeto, como en otras importantes ciudades del país.

Rafalli: La institucionalidad no espera

Susana expuso el tema de la desigualdad de género y el liderazgo de las mujeres “desde la esquina de lo humanitario”, basada en  su experiencia de 22 años en el sistema internacional.  “Las causas que subyacen reflejan bien la situación de la mujer y los intentos que estamos haciendo en la arquitectura humanitaria para resolverlo”.

Indicó que  en el sector humanitario “no aparecen”  la desigualdad de género y la participación de la mujer, y se basó en la más reciente y rigurosa investigación realizada por la Agencia de Coordinación de las Naciones Unidas, por el gobierno de Australia. 

Entre las conclusiones citó que en los trabajadores humanitarios priva la emergencia, los mandatos de imparcialidad y neutralidad, y no el género al cual pertenecen. Además, las mujeres trabajadoras humanitarias llevan una carga desproporcionada de los efectos de la emergencia. “No es lo mismo  estar con el agua al cuello luego de un tsunami, si se es hombre o mujer, o estar en campo de refugiados en Afganistán; eso poco se analiza”.  Agregó que  también los efectos de la desigualdad y cómo se pueden mitigar, e inclusive la violencia de género “están bastante invisibilizadas”.

“Lo que más se ha visto recientemente en grandes agencias es la denuncia de que trabajadores humanitarios  o  constructores de paz de los Cascos Azules cometen abusos sexuales contra los beneficiarios. Pero por cada caso de estos hay otras 100 denuncias sobre violencia de género contra una trabajadora humanitaria mujer, que no sale a la luz, que no se denuncia.  Y esa invisibilidad nos está afectando mucho”, reveló Rafalli en el foro del IEPFT .

A los obstáculos de sobresimplificación de la potencialidad de la mujer en la resolución de asuntos en el campo humanitario, añadió la falta de regulación en la estructura humanitaria, en casos de mayor inclusión. Y la brecha.

“El sector humanitario está lleno de mujeres, dado los estereotipos sobre los socorristas de ser los que salvan. El 75% del cuerpo humanitario del planeta son mujeres. Sin embargo, en toda la historia del mecanismo de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas solo ha habido ocho coordinadoras humanitarias.

Y en este panorama Venezuela no es la excepción.  Refirió a modo de “reflexión delicada” que en Cáritas de Venezuela, actor humanitario más  grande del país,  80%  o 90% del voluntariado son mujeres, pero por encima de ellas están los obispos, porque “pertenece a una estructura  extraordinariamente androcéntrica y patriarcal”.  “Esto es un reflejo más  de lo que sucede. Es un sector cuyo principal músculo de movilización social son mujeres, pero quienes toman las decisiones son hombres. El cuerpo de Paz de Naciones Unidas, por ejemplo, está compuesto  por 70% hombres y 30% mujeres, y en 60 años de funciones solo tres mujeres han logrado ser coordinadoras”  Y citó al exsecretario general de las Naciones Unidas (2007-2016)   Ban Ki-moon. “Dijo que si en el cuerpo de paz hubiese habido más mujeres que hombres,  las denuncias de abuso sexual hubiesen sido menos”.

Mencionó también el problema de la subrepresentación de las mujeres en la vida política, al tener y aceptar  papeles estereotipados, como  el de asignar siempre a la  primera dama la responsabilidad  del Ortopédico.

 “Es un tema de desigualdad que nos da en la cara, sobre todo porque en términos de números absolutos somos mayoría, pero no en puestos de toma de decisiones”,  puntualizó Rafalli.

Consideró que una respuesta humanitaria transformativa al género para lograr mayor igualdad entre hombre y mujeres frente a los objetivos y beneficios del proyecto, es la mejor respuesta final.  “¿Qué se necesita para esto? Reconocer mejor lo que está pasando.  Siento a veces que eso nos hace falta un poco en Venezuela. Veo con orgullo la etiqueta de  ‘No, si no hay mujeres’, pero hay que ir más allá del hasta y de la denuncia en redes”.

Llamado a las abogadas para la transición

Por su parte, Sosa Gómez planteó el tema de la institucionalidad a la luz de la situación actual del Estado venezolano y sus deformaciones y en la tarea de rescatarlo para avanzar en políticas públicas están inmersos todos los ciudadanos.  Sin género.

“La institucionalidad no tiene género. Si bien vivimos una crisis espantosa en Venezuela, el rol de la mujer va a encontrar sangre nueva en el desempeño asociado a las características de qué podemos hacer no solo para incorporar a la mujer en la igualdad en relaciones de trabajo o ejecución de planes sociales y económicos, sino también para unirnos como mujeres en torno a una nueva institucionalidad que verdaderamente acoja las aspiraciones de todos los venezolanos. La lucha estaría en acabar esta situación del venezolano y extraer de cada rincón de cada estado, ciudades y caseríos unas ideas que den fuerza o impulsen a una Venezuela que recupere modernidad”.  

El objetivo común es cambiar no solo el modelo de Estado, sino también cumplir  políticas publicas garantistas de los Derechos Humanos sin ninguna diferenciación del género, explicó. Y mencionó cuatro áreas fundamentales en las prioridades de la institucionalización, todas destinadas a alcanzar la justicia social y la calidad de vida de los venezolanos.  

Puntualizó que el verdadero desafío contra la desigualdad está en incrementar la participación de la mujer en el mundo político. “Realmente, sobre todo en el acto político, la situación de asumir ese liderazgo es fundamental y tenemos que prepararnos en las labores que asumiremos”.

Sosa, quien fue la primera mujer en presidir un alto tribunal de justicia en la región, hizo un llamado a la mujer abogado para que se incorpore al proceso de transición que se trabaja en Venezuela desde hace  tres años. “Es un elemento que debemos considerar en políticas públicas. No hay nada mas útil en una  transición que capacitar a mujeres abogados en mediación, en la búsqueda de resolver problemas de justicia entre las partes a través de mecanismos fuera de la dinámica de tribunales, hasta que estos puedan recuperar independencia y autonomía indispensables”.

Camilo, presidenta de Instituto Latinoamericano de Mujeres y Política y vicepresidenta de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe,  señaló que  “la institucionalidad ha institucionalizado todas las discriminaciones existentes en nuestras sociedades”

Tenemos una  sociedad estructurada  desde el patriarca; son los hombres que los han enseñado, y basadas en esa cultura  vivimos en un mundo de grandes diferencias  a la hora de no solo enseñar políticas públicas, sino que aun somos las mujeres las discriminadas”.

Citó las estadísticas sobre salarios y mercado laboral de la Cepal, las cuales  revelan discriminación acentuada de la mujer frente al hombre.  Y también experiencias en los hospitales públicos ante la pandemia.

“Esta crisis de la COVID-19  nos ha dejado bien claro que a la hora de estar ancladas en las áreas de servicio como es el sistema de salud, las mujeres estamos en posiciones. Estas son las de menor salario. Las enfermeras como las cuidadoras estamos en las bases de los hospitales, como las mujeres de limpieza, pero el equipo que toma  las decisiones es mayoritariamente masculino. Y cuando hay mujeres, son dos o tres que además de estar allí  se les ha enseñado que a la hora de tomar decisiones se lo deben a hombres y también piden permiso a sus líderes masculinos. No tenemos igualdad”.

Destacó que es indispensable cambiar la mentalidad en educación para cambiar en la mentalidad en la práctica. Y eso implica una reingeniería en el imaginario colectivo frente a la construcción de nuevos géneros, basados sobre todo en igualdad en el acceso a los derechos y en el acceso a los deberes.

“Tenemos que seguir apostando a que sean más mujeres las que rompan sus propios techos para tener un papel activo en la gobernanza de nuestros propios países, y se que las venezolanas apuestan a que su país retome la democracia y goce de los mismos derechos para hombres y mujeres y adolescentes del mismo sexto. Caer es levantarnos y ser atrevidas y practicar la solidaridad”. 

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