LA MUJER, PROTAGONISTA DE LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD

PRESENTACIÓN

Ramón Guillermo Aveledo

Bienvenidos al Foro LA MUJER, PROTAGONISTA DE LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD, convocado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro en alianza con la Universidad Católica Andrés Bello, realizado con el apoyo tecnológico de Universitas Fundación.

Inaceptable injusticia y grave error comete una sociedad al subvalorar a la mujer.

La dignidad humana es de toda la persona y de todas las personas, así que toda lucha por los derechos de la mujer lo es por la dignidad de todos, también de las de los hombres.

Desde la Convención sobre derechos políticos de la mujer en 1954 y el Convenio 111 de 1960 de la OIT sobre empleo y ocupación van casi siete décadas de declaraciones y acuerdos internacionales sobre el derecho de la mujer, visto desde perspectivas diversas pero siempre con orientación reivindicativa, justiciera. También las legislaciones nacionales, unas más pronto, otras más lentamente, van reconociendo y reflejando esta creciente conciencia mundial ante una desigualdad éticamente inadmisible. Es indiscutible que ha habido avances y siguen habiéndolos, pero también que la realidad sigue rezagada con relación a la conciencia, el derecho internacional y el derecho interno. Y digo ética en el sentido que nos recuerda Victoria Camps, “Hablar de ética es hablar, sobre todo de deberes”. Deberes de la sociedad para con la mujer, vale decir de todos nosotros, como miembros de la sociedad.

El Grupo de Trabajo Mujer del Instituto Fermín Toro, ha preparado para este año y el primer trimestre del próximo un programa que mira en su integralidad problemas que son integrales. Ocho foros y para culminar, una publicación.

Este primero trata de la participación política y social, después seguiremos con la participación laboral y económica, la violencia de género, las condiciones de vida, la cuestión de la salud sexual, la brecha tecnológica y una mirada que encuentro particularmente atractiva y sugerente al futuro  desde el presente de las más vulnerables, “Ser niña en Venezuela”. Una agenda cuyo propósito es contribuir a poner en el debate público la realidad y las propuestas de políticas públicas para transformarla en sentido de dignidad humana.

En articulo para Venezuela Analítica, Oriana García nos habla de una “Mujer venezolana líder de la familia y reivindicadora de los Derechos Humanos”. Así la vemos y la valoramos en el Instituto.

Cuando ENCOVI nos habla de la desnutrición, cuyo porcentaje crece en la niñez venezolana, hay que reconocer y agradecer el papel de la mujer en llevar el alimento a los hogares. Las mujeres pueblan las colas para comprar comida, para llenar las bombonas de gas, así como las manifestaciones por el agua y la luz eléctrica y son, en general, las interlocutoras de la autoridad en la comunidad vecinal, sea ésta popular o de clase media.

Quiero, además, destacar un punto de especial relevancia en nuestra Venezuela polarizada y crispada. Hace poco, Naciones Unidas tuiteó que en las misiones de mantenimiento de la paz, las mujeres aportan nuevas perspectivas y soluciones a las crisis, son ejemplos a seguir y contribuyen al avance de los procesos de paz. Sé que esto es así y no por una convicción teórica o una visión general, sino porque me consta de experiencias concretas que conozco, sea en Barquisimeto, mi ciudad, durante las protestas de 2017 y su violenta represión o en sectores populares en Caracas, para rescatar la convivencia cotidiana.

Nos honra agradecer al panel de hoy, haber aceptado nuestra invitación para ser la alineación abridora de este ciclo “Mujer 2021-2022”. A mi compañera académica la jurista Cecilia Sosa Gómez, a la activista por el derecho a la alimentación y todos los derechos Susana Rafalli y a la Profesora Janet Camilo, Ministro de la Mujer en República Dominicana entre 2016-2020, por cierto, simbólica coincidencia, es nativa de Salcedo, en esa provincia que en el Valle del Cibao lleva el nombre de las Hermanas Mirabal, heroínas en la lucha cívica de nuestros pueblos latinoamericanos por la libertad, la democracia y la justicia social. Los derechos de todos. A las tres, el testimonio de nuestra admiración.

Nuestras amigas, miembros del Grupo de Trabajo Mujer, la Profesora UCLA Gladys Marante, será relatora y moderadora María Gabriela Hernández, diputada en la Asamblea Nacional 2016-2021, a quien dejo con ustedes.     

*Presidente del Instituto de Estudios Parlamentario Fermín Toro

LA MUJER, PROTAGONISTA DE LA NUEVA INSTITUCIONALIDAD DEMOCRÁTICA

Cecilia Sosa Gómez*

La Dra. Sosa inicia su  exposición agradeciendo la iniciativa del IEPFT de preguntar a las mujeres qué función cumplirían en la reinstitucionalización de la nación venezolana y cómo impulsar la incorporación de la mujer en estas funciones.

  1. Punto previo

La partida para ubicar a la mujer en la nueva institucionalidad requiere de algunas premisas:

  1. Entender, en el caso venezolano, que el Estado que tenemos no es Estado y por tanto, tampoco es el que necesitamos. 
  2. Tenemos que revisar ese rol del Estado para buscar un avance en políticas públicas que satisfagan los derechos humanos de los ciudadanos y requerimos organización, gestión y constancia.
  3. Cambiar no sólo el modelo del Estado, sino elaborar y cumplir las políticas públicas garantistas de los derechos humanos, sin ninguna distinción de género, más bien con integración del mismo.  
  4. Disponer de criterios normativos acerca de lo que falta y de lo que nos sobra en la falsa institucionalidad existente.
  5. Asumir el Poder Público, en cualquiera de sus instancias nacional, estatal y municipal, con un solo objetivo: ser garante de los derechos humanos. El día que tengamos un funcionamiento del Estado con esa visión, sea porque el propio Estado o sus estructuras lo hagan o porque lo haga el sector privado, la situación de nuestro país se puede cambiar. Es decir, la responsabilidad del Estado en términos de garantizar los Derechos Humanos es poco comprendida al menos en Venezuela y se considera que decisiones políticas hacen magia o hacen cambiar completamente una situación real siendo todo lo contrario.
  6. Se debe disponer de un cambio en las instituciones y en las capacidades del Estado.
  7. Una acción mucho más directa en las políticas públicas de la iniciativa privada y del compromiso de la iniciativa privada en ello.

Las mujeres siempre exigimos que se nos diga en qué consistiría esta participación que se nos ofrece, y cómo vamos a utilizar la esencia de nuestro género como es la intuición que acompaña a su competencia, que es a mi juicio la única diferencia, además de biológica, que tenemos las mujeres que los hombres no escuchan ni practican. Eso determina un cambio fundamental en el tipo de compromiso que la mujer adquiere en el impulso de políticas públicas, sea desde la parte activa de esa política pública o sea desde la parte receptora de esa política pública.

¿Qué entendemos por una nueva institucionalidad democrática?

Es aquella que llena de contenido social y económico sus actuaciones y garantiza la universalidad de los servicios, suprimiendo las estructuras de privilegios y exclusión, reubicando al ciudadano como un ente activo y comprometido con la educación y el trabajo.

En Venezuela, los problemas de gobernabilidad se encuentran referidos no sólo a la legitimidad y a la eficacia, sino también por la justicia. Este es un país que clama justicia, todos los ciudadanos sienten que no hay justicia. Y no estamos hablando solamente de justicia judicial, estamos hablando de justicia en ser atendidos y ser comprendidos en los problemas que sufre la sociedad como tal y cada persona en particular.

En otras palabras, resolver los grandes problemas sociales que aquejan a millones de personas en este momento, ineludiblemente obliga a revisar no solamente los niveles de legitimidad, sino cómo hacer funcionar las estructuras administrativas para que los ciudadanos se conecten verdaderamente al Estado, en ser algo más que un plan que se quede en el papel y su impacto sobre la producción de equidad social.

Por ello, hoy se asume que el éxito de la democracia depende, cada vez en mayor medida, del éxito de la implementación de políticas que permitan alcanzar un equilibrio entre “las aspiraciones sociales relacionadas con el crecimiento y el bienestar económico, la equidad y la igualdad de oportunidades y la participación ciudadana en el gobierno”. (Tomassini, 2001: 64). Esta es la esencia de la igualdad de género.

La frase que siempre se utiliza en cuanto a la mujer y el trabajo, es que si bien hay una tendencia a la equiparación social entre hombres y mujeres todavía existen áreas en las que la desigualdad persiste. Esta tiende a ser una frase usada para aquietar ese deseo de participación de la mujer en muchas otras actividades, que no se les sectorialice en el desarrollo de sus funciones. Yo siempre he pensado que muchas veces, los proyectos de impulsar a la mujer a realizar las actividades que desea, las limitan cuando se  las encasilla en: la mujer agrícola, la mujer de familia, etc., como si fuesen unas cajitas donde se trata de trabajar la atención a la mujer pero no es la igualdad de la mujer frente al desarrollo de su propio país.

Partamos del principio general que por muchos años la participación de las mujeres en la educación en Venezuela es similar a la de los hombres; incluso en algunos ámbitos educativos del nivel terciario y superior, las mujeres están incluso más representadas que los hombres. Pero cuando se analizan el mercado de trabajo y la participación en el mundo político se observa por el contrario que en ambos sectores la representación de mujeres es más escasa en puestos jerárquicos de dirección. En ese sentido tenemos un desafío, sobre todo en el ámbito político que está más asociado al cumplimiento de las políticas públicas, la situación de asumir ese liderazgo es fundamental y tenemos que prepararnos en las labores que asumiremos. En ese sentido, es sumamente importante todo este trabajo de llegarle a las mujeres y tener programas de estímulo hacia lo que desean hacer y están en capacidad de hacer.

El ámbito justicia no es ajeno a esta situación. No puedo dejar de tratar este aspecto por ser abogada y como ustedes ven, pude, de alguna forma romper esa línea de cargos que estaban destinados fundamentalmente para hombres estuvieron compartidos con mujeres. En el caso venezolano en la Corte Suprema de Justicia y en casos anteriores en ministerios como  el de Obras Públicas, el de Ambiente, en el que tuve un trabajo como funcionario por muchos años.

Estos procesos de cambio se están dando, también de desvalorización tanto del político hombre como también del político mujer, fíjense que por lo menos desde el régimen venezolano se está haciendo la propaganda que este es el país donde las mujeres dirigen todo materialmente. Latinoamérica fue sembrada de mujeres presidente por el señor Chávez, una cosa bastante absurda pero es para percibir que a veces la utilización de la mujer para escenarios de tipo político y al mismo tiempo rayarlas en aspiraciones de otras mujeres que pudieran desempeñar esa función, ha estado presente en Latinoamérica y realmente, creo que obedece a una política bastante machista que se llama utilizar a la mujer numéricamente, aunque no tenga las habilidades para el cargo que está siendo desempeñado pero me jacto de que la mitad de mi estructura de poder político está en manos de mujeres. Inclusive el devenir político en muchos casos, al menos en América Latina, porque si nos vamos a Alemania u otro país, puede que las circunstancias hayan cambiado. Parece que el impulso caribeño siempre encuentra un recoveco, una línea para alejar el acceso de la mujer a cargos de decisión, y yo diría de decisión inclusive técnico-política, como es mucho del ejercicio de aplicación de políticas públicas.

Por otra parte, las inserciones ocupacionales se han diversificado, en el ámbito privado surgen las grandes firmas jurídicas en el contexto de una economía internacionalizada, a la par de los pequeños y medianos despachos de abogados.  De allí que una profesión que se caracterizó por el ejercicio autónomo, tiene ahora una fuerte tendencia a la salarización. Es interesante ver como cuando hay destrucción del sistema democrático también hay desaparición de un ejercicio libre de la profesión porque está coaptado por elementos ideológicos en su mayor parte.

A su vez la distribución de mujeres en el mercado de trabajo jurídico presenta perfiles diferenciados que es válido evaluar. Trabajando a nivel nacional se observa sobre-representación de las abogadas en el sector estatal, acentuada en los últimos años. Numéricamente, hay más mujeres jueces que hombre jueces. Igualmente percibir cómo la caída del ingreso promedio de la familia ha traído como consecuencia que las mujeres abogados hayan entrado en este mercado de trabajo, muchas veces porque es un salario complementario a la familia. De manera que todo esto tiene sus pro y sus contra por lo que es importante valorar la visión de la mujer en el trabajo.

La creciente concentración de las mujeres abogados en la administración de justicia, y su asociación con la profundización de las inequidades de género en la profesión, indica la importancia de analizar las dinámicas a través de las cuales estas desigualdades se reproducen y/o se transforman, así como la contribución de las propias actoras a estos procesos.

En consecuencia, nos encontramos hoy con una profesión jurídica en la que la presencia de las mujeres es significativa y debemos promover políticas públicas que promuevan la incorporación de mujeres abogado para que se formen como mediadoras. No habría nada más útil en una transición que capacitar mujeres abogados en la mediación, es decir, en la búsqueda de resolver problemas de justicia entre partes a través de mecanismos fuera de la dinámica de los tribunales hasta que los tribunales puedan recuperar una independencia y una autonomía que son absolutamente indispensables; y logremos justicia en particular en las áreas no penales, aunque también podemos incorporarlos dentro del proceso como en Colombia.

  1. ¿La institucionalidad democrática de Venezuela tiene género?

La respuesta es, teóricamente no y materialmente tampoco. Simplemente las mujeres no han descubierto las opciones que brindan sus propias habilidades o su carrera profesional, no importa si es tecnológica o universitaria.

En todo caso, pensando en una transición lo cierto es que las mujeres son una clave en la Venezuela que necesita justicia.

Hoy, vivimos una de las crisis políticas y económicas más graves de la historia de Venezuela, nos enfrentamos al desasimiento absoluto del Estado y de sus instituciones, a la destrucción del sistema electoral, al término de la separación de los Poderes Públicos para reunirse en las manos de una sola voluntad dogmática y totalitaria que ha irrumpido en la vida de todos los que vivimos en este país diciéndonos y ordenándonos prácticamente a diario cómo debemos pensar, qué debemos hacer, cómo debemos votar y por quién, cuáles son nuestros amigos y enemigos, en que el gentilicio amable y deferente propio de nuestro pueblo ha sido sustituido por la confrontación entre hermanos, por el trato grosero, desmedido, intolerante y discriminatorio.

En medio de toda esta situación, el rol de la mujer definitivamente va a encontrar una sangre nueva en el desempeño que está asociado, a mi manera de ver, a las características de qué podemos hacer, no solamente para incorporar a la mujer en la igualdad, en las relaciones de trabajo, en las relaciones de función pública, en la ejecución de planes sociales y de planes económicos, sino que vamos a unirnos como mujeres en torno a una nueva institucionalidad, a un nuevo gobierno, que verdaderamente acoja las aspiraciones de todos los venezolano. Y para que eso sea de esa manera, que no tenga discriminación social ni política ni económica, la lucha estaría en acabar con esta situación del venezolano en la que hasta su salud mental, emocional y física está en crisis, vamos a tratar de extraer da cada rincón de nuestros estados, de nuestras ciudades, de nuestros caseríos, de todas las instancias, unas ideas que den fuerzas o impulsen a una Venezuela que recupere modernidad y que tenga cuatro áreas fundamentales en las prioridades de reinstitucionalización.

Cuatro áreas para orientar las prioridades de la reinstitucionalización:

  1. La económica, con un programa esencial de medidas de políticas monetaria, cambiaria, fiscal, laboral, comercial y de precios, con el cual se elevará la calidad de vida de la familia y del ciudadano mediante la estabilización del costo de la vida y la generación de empleo masivo.
  • La social, con la creación de una red programática y logística de protección social para encauzar la mano de obra calificada hacia el mercado de trabajo, respaldar la capacitación laboral de los “no empleables”, proteger la niñez desasistida, desarrollar el vínculo de unión familiar con agresivos planes de vivienda y declarar una guerra sin cuartel contra la delincuencia y por supuesto, de proveer y apoyar las iniciativas de estas familias en sus necesidades.
  • La Organizacional, con la adopción de la Gerencia para el manejo de la administración pública y el diseño de una política de promoción de los métodos modernos de gestión en todo el ámbito empresarial e institucional del país. No podemos seguir con funcionarios públicos en los cuales ni siquiera el estímulo de la función que tienen asignada se cumple, no tienen horario, muchas veces están en el lugar inadecuado, no están en el lugar correcto, no hay espíritu de equipo, no hay deseos de promover su propia escalada de función pública, no tenemos carrera administrativa, es decir, hay que nacer, Venezuela tiene que nacer, no es reformar o revolver o volver para atrás. No, Venezuela tiene que nacer y tiene que hacerlo bajo estos cuatro enfoques, de manera que si asumimos que vamos a tener una Gerencia de la Administración Pública, eso no quiere decir que no haya políticos, o que sean los políticos los que fijen las grandes líneas de acción. Lo que estoy diciendo es que la parte operativa de esas políticas requiere una preparación especial. Y yo creo que nunca hemos tenido más profesionales con postgrados que en estos años de vagancia obligada de muchos profesionales, o porque no hay trabajo o porque no están inscritos en el partido que corresponda para poder hacer eso y se han dedicado a formarse, como hay muchas personas venezolanas formadas en el exterior, que si no se han ya mimetizado con el país que los ha acogido son recursos disponibles y muy necesarios para la promoción de métodos de modelo de gestión en todo el ámbito empresarial e institucional del país.
  • La Institucional, con políticas, planes y medidas para recuperar la confianza, que es muy importante, la Justicia no tiene confianza. Los planes del sector público son un discurso. Realmente no hay una confianza en que podemos salir a una reinstitucionalización, que en definitiva es un nuevo gobierno. Yo tengo total esperanza en las capacidades profesionales, técnicas e inclusive autóctonas de  nuestra población y sí creo que nos toca, y por eso aplaudo esta iniciativa, tener programas determinados en impulsar la voluntad de la sociedad hacia nuevos derroteros: justicia para el ciudadano.

Para finalizar, deseo describir en lo que sí hay consenso en relación a las mujeres y es que las garantías que sin distinción de género, son los siete principios en que se sustenta el comportamiento y actuación para que las políticas públicas sean una realidad, es en cuanto al comportamiento y predominantemente de la mujer por el tema de lo antes dicho del instinto. Una mujer sabe si debe ir por aquí o por allí. El hombre como es terco desafía más bien el camino que no debería tomar porque es hombre. Esa plusvalía que tenemos las mujeres nos lleva a estos principios:

  1. Independencia de criterio. No quiere decir aislamiento, quiere, decir sostener lo que uno cree.
  2. Transparencia. Donde vaya: transparencia, proyecto que empiece: transparencia
  3. Contradicción. Oír a los demás, oír que algo no funciona, oír que el curso no se ha cumplido, que los objetivos no se han cumplido, corregir el curso de los proyectos.
  4. Eficacia. Si en algo las mujeres somos fuertes es en ser eficaces en lo que nos proponemos.
  5. Respeto a las normas. Si establecimos normas para realizar una actividad, las cumplimos. 
  6. Libertad es fundamental
  7. Representación. Siempre sentir que uno tiene mucha gente atrás, que ve o no ve, que lo que uno diga puede tener un impacto, que lo que uno diga, inclusive en medios pequeños.

El cumplimiento de estos principios éticos garantiza que los asuntos sometidos a su conocimiento serán tratados con idéntico rigor, imparcialidad e independencia.

  1.  Conclusión

Escribir sobre una MUJER es identificar su compromiso con una tarea encomendada, por eso hay que poner la palabra en mayúsculas, porque ella ha hecho de lo femenino una dedicación. No del feminismo del que está a años luz de distancia, sino de la sensibilidad y puramente femenina: esa mezcla de voluntad, de logro, y de vitalidad que logran, no sé si para bien o para mal, pero sí para vivir cada instante, inclusive sin percatarse, con un alto grado de eficiencia.

La mujer justa aplica sus cualidades de género y el resultado tiene que ser Ético. Me gustaría que se quedaran con esta frase porque la mujer tiene:

  • CAPACIDAD PARA PENSAR Y HACER VARIAS COSAS AL MISMO TIEMPO, ahí tenemos una ganancia.
  • VISIÓN DE CONTEXTO DE LAS COSAS, no se queda en lo pequeñito.
  • CURIOSIDAD POR LA VERDAD siempre nos guía,
  • ACTUAR CON EL DEBIDO CUIDADO Y DILIGENCIA, inclusive para hacer un plato en la cocina, nosotras le aplicamos ese criterio de cuidado y diligencia, queremos que quede lo mejor
  • HONRADEZ,
  • IGUALDAD DE TRATO,
  • AFICIÓN POR PLANIFICAR A LARGO PLAZO, nosotros siempre estamos pensando: el año que vienes podríamos hacer esto o lo otro, aunque no tengamos el dinero para hacerlo, pero estamos maquinando qué podemos hacer, en parte estamos haciendo esto hoy, Y
  • PREFERENCIA POR COOPERAR y LLEGAR A CONCENSOS

Las mujeres debemos desarrollar nuestras actitudes en la dirección que marca nuestra naturaleza sin buscar imitar a los hombres. Nuestra tarea en el progreso social es más elevada que la del género masculino.  No conviene que la abandonemos.  Por el contrario, ello permitirá construir un país mejor.

Termino, haciendo un llamado a las mujeres que luchan por la justicia a que se interesen en la justicia social y judicial por cuanto son espacios que en un país como Venezuela las necesitará.

Gracias


* Abogado. Graduada en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Doctor en Derecho Universidad Paris 1, La Sorbona. Se inicia como Investigador adscrito al Instituto de Derecho Público, UCV; luego, director del Centro de Investigaciones Jurídicas, Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Profesor visitante Cátedra Andrés Bello, St Antony College, Oxford, Inglaterra 1977. Profesor de la Escuela de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de pre y post grado de la UCV, UCAB y Universidad Arturo Michelena.  Juez de la República desde 1985 hasta 1999. Magistrado presidente de la Corte Suprema de Justicia desde 1996 a 1999. Presidente de la Organización de Cortes Supremas de las Américas. Director Ejecutivo de la Organización Venezuela Progresa en Libertad (veporlibertad) desde 1999. Director Académico de la organización Bloque Constitucional de Venezuela desde 2006.  Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

LAS MUJERES EN LA INSTITUCIONALIDAD HUMANITARIA: UNA MIRADA APLICABLE AL PAÍS DESDE LA IGUALDAD DE GÉNERO

Susana Raffalli Arismendi*

Agradezco la presentación de la moderadora, aprecio el espacio e invitación del IEPFT y los organizadores de esta conversación tan necesaria, así como el privilegio de compartir con ambas juristas con quienes tengo el gusto de coincidir, a quienes conozco y cuyo trabajo valoro altamente.

MUJERES EN LA ARQUITECTURA HUMANITARIA

Me aproximo a este tema sin el rigor académico propio de la formación en estudios de la mujer, en feminismo, pero sí con lo puesto, con la experiencia, esperando abonar un tema en el que pudiera suceder a veces que, nos perdemos como mujeres. Desde allí quiero hablar entonces sobre el rol de la mujer en la institucionalización del país desde mi oficio: desde la esquina de lo humanitario. Mi análisis sobre lo que subyace bajo las desigualdades de género y los problemas de los liderazgos de las mujeres aplicable al país, refleja mucho lo que he vivido y me he encontrado en este sentido en mi propio oficio y en mi propio ámbito de trabajo humanitario.

Haré un relato rápido de esa fotografía que puedo hacer luego de 22 años en el sistema humanitario internacional y las causas que subyacen a eso, pues pienso que ambas van a reflejar muy bien la situación de la mujer en cuanto a los liderazgos sociales y políticos en Venezuela y los intentos que estamos haciendo en la arquitectura humanitaria para resolver eso, porque quizás allí encontraremos algunas pautas.

En el sistema humanitario en el que me desenvuelvo, la perspectiva de igualdad de géneros y la situación diferenciada de las mujeres en él, refleja un abanico de condiciones difíciles de sobrellevar y de desmontar.

  1. Subrepresentación en el sector. El sector humanitario, no se refiere solo a los socorristas, a las personas de las agencias humanitarias, sino que también incluye a todo el tercer sector, a todas las organizaciones no gubernamentales que hacen un trabajo social, a los movimientos voluntarios, a todo ese cuerpo que lleva una acción humanitaria y social por el país. Cuando se revisan los análisis de género en términos de la participación de la mujer y de los problemas de género en diferentes ámbitos, el sector humanitario no se incluye,  no aparece, no se lo analiza o se lo analiza muy poco. En general, sólo se ha hecho una investigación de mucho rigor por la propia agencia de coordinación de las Naciones Unidas y por el gobierno de Australia. Esa subrepresentación hace que no entendamos bien qué es lo que pasa con el liderazgo de las mujeres y la igualdad de género dentro de la gobernanza y de la manera de trabajar del sistema humanitario. Estas son algunas de las conclusiones de ese análisis que yo puedo validar desde mi propia experiencia:
    1. Atributos simbólicos. Hay ciertos atributos simbólicos a lo humanitario en los que, hablar diferenciadamente de hombres y mujeres no resulta adecuado. Se trata de un oficio en el que hay que salvar vidas, hay que salvar a quien esté al filo de la vida, seas mujer o seas hombre. Esto es, el sentido de urgencia y el mandato de neutralidad y de imparcialidad que tenemos los humanitarios hace creer muchas veces que el trato diferenciado para mujeres y hombres no es adecuado porque nuestro imperativo es humanitario, sin distinción entre hombres y mujeres, entre niñas y niños, aunque diferenciar las formas de entenderlos y alcanzarlos sea esencial.
    1. No se analiza la posición ante el acceso a lo vital, sino sólo la situación. Dentro del propio engranaje humanitario se pudiera decir que está bien establecida la situación de las mujeres y las niñas durante una emergencia. No hay discusión alguna sobre la evidencia de que mujeres y niñas llevan una carga desproporcionada de los efectos de las emergencias, pero poco se habla de la posición desfavorable que ocupan frente a las posibilidades de acceso a las respuestas humanitarias que pudieran aliviar su situación. No es lo mismo estar con el agua al cuello después de un tsunami y ser un hombre, que estar con el agua al cuello y ser una mujer. De esto, poco se habla. Tampoco es lo mismo estar en un país musulmán, en un campo de refugiados en Afganistán y ser un trabajador humanitario hombre, a ser una trabajadora humanitaria mujer, estamos allí haciendo el mismo oficio, pero desde posiciones diferentes  que poco se analizan.
    1. Invisibilidad. La situación de la trabajadora humanitaria mujer, suele invisibilizarse mucho. Se denuncia poco, hace menos escándalo y por tanto se aborda poco. En general, la noticia que más destaca y se ha develado con fuerza recientemente es la denuncia de que los trabajadores humanitarios o los constructores de paz como los Cascos Azules, cometen abusos sexuales contra la población vulnerable a la que dicen asistir. Pero quiero decirles que esta violencia de género y estas situaciones de abuso no es solo contra la población asistida. Por cada denuncia de éstas hay 100 eventos de violencia de género contra una trabajadora humanitaria mujer, perpetrada por sus compañeros o jefes y por las autoridades en control de los contextos humanitarios, pero esto no sale a la luz, no se denuncia o, cuando se hace, escandaliza menos. Esta invisibilidad y esta falta de denuncia y relato nos está afectando mucho.
  2. Sobre simplificación. La sobre simplificación del tema sobre manejo de la igualdad de género en los mecanismos humanitarios, se refiere a lo estereotipado del abordaje de este tema en definir al sector. Por ejemplo, siendo mujer en los mecanismos humanitarios, serás valorada y asignada usualmente por los estereotipos construidos alrededor de los atributos que se esperan de ti como mujer: serás valorada como la enfermera que cuida, como la nutricionista que alimenta, o porque eres la que mejor puede escuchar y consolar a las mujeres afectadas en una emergencia. Es decir, se sobre simplifica mucho la potencialidad que tenemos las mujeres para ocupar posiciones más estratégicas dentro de la arquitectura humanitaria y ante el alcance de lo que podemos hacer.
  3. La inclusión mal regulada. Hay contextos en los que la estructura humanitaria funciona con un poco más de inclusión y un poco más de cuotas de representación, sin que eso sea suficiente o en casos en los que esto resulta mal regulado. Quizás el mejor ejemplo que les pueda dar de esto es que el director de recursos humanos en una de las grandes agencias por las que yo pasé, en Asia, por efectos de inclusión, era un hombre musulmán de raza negra cuyo puesto y elección llenaba muchos de los criterios de inclusión, pero sin embargo no se regularon las perspectivas personales del trabajador. Como individuo tenía estereotipos muy rígidos sobre otras dimensiones de igualdad relacionadas con la orientación religiosa, cultural, sexual por los cuales desfavoreció mucho valiosos recursos humanos. Es decir, en su inclusión para llenar cuotas de igualdad, resultó haciendo un trabajo mucho peor de lo que lo hubiera hecho una persona de otra raza, género o religión.  Es por ello que no necesariamente las cuotas de inclusión garantizan que en el desempeño también va a ser igualitario.
  4. Brechas de desigualdad. En el sector humanitario las brechas de desigualdad son tan evidentes como en cualquier sector. El 75% del cuerpo humanitario del planeta está conformado por mujeres y, sin embargo, en toda la historia de los mecanismos de coordinación humanitaria de Naciones Unidas ha habido muy pocas mujeres ocupando los cargos de coordinación. Actualmente hay activas sólo 8 coordinadoras humanitarias mujeres en todo el planeta. Nuestro país no es la excepción. En organizaciones como Cáritas el 80% del voluntariado son mujeres, pero las posiciones de representación y decisión son ocupadas en general por hombres. Todo el sistema humanitario es un cuerpo cuyo músculo de movilización social más extenso y fuerte son mujeres, pero quienes toman las decisiones son hombres. El Cuerpo de Paz de Naciones Unidas son un ejemplo de lo inverso, en donde el 70% son hombres y 30% son mujeres. Sin embargo, en 60 años de funciones sólo han habido 3 coordinadoras mujeres. Ban Ki-Moon dejó su puesto como coordinador de Naciones Unidas convencido de que, si el Cuerpo de Paz de ONU estuviera conformado más por mujeres, las denuncias de abuso sexual hubieran sido menos.
  5. Estereotipos.  Hay marcados estereotipos sobre el valor que tenemos. Porque como antes decía Cecilia Sosa en su exposición, a veces la propia concepción que tienen las mujeres de sí mismas está impregnada, teñida de la construcción social. En la encuesta que se hizo a propósito del estudio del que vengo haciendo mención se nota que, incluso cuando se le preguntó a las mujeres cuál es su valor específico como mujer dentro de la acción humanitaria, las mismas mujeres mencionaron esto: “es más fácil a través de mí tener acceso a las mujeres víctimas después de una emergencia”, “nosotras somos mejores administradoras, por lo tanto hacemos más eficientes los programas” y finalmente “cubrimos muchos más sectores que los hombres no cubren”. Ninguna mencionó “porque pudiéramos ser magníficas líderes, pudiéramos ser grandes movilizadoras de transformaciones o manejar o administrar el poder en forma más igualitaria”.

Pienso que este abanico de condiciones lo encontramos a nivel político en el país, en Venezuela, en la subrepresentación de las mujeres en toda nuestra vida pública. Las que realmente llegan a tener roles más contundentes de poder, lo hacen en papeles estereotipados: la Comisión de la Mujer, la máxima de que la Primera Dama se ocupa de los niños, las obras benéficas y los hospitales.

¿QUÉ SUBYACE A TODA ESTA DESIGUALDAD?

  1. La construcción social y cultural tan imbricada dentro de todos.
  2. La falta de incentivos más equitativos que faciliten que las mujeres puedan llegar a esas posiciones de mayor control y poder.
  3. Las jefaturas masculinas inveteradas que perpetúan los estereotipos. El riesgo de que las mujeres observen las posiciones de poder con desdeño, pensando en que alcanzar eso no es algo necesario ni para lo que están facultadas. Se perpetúa una imagen por la falta de alternancia.
  4. Las políticas de recursos humanos muy poco sensibles e inteligentes al género. No se establecen incentivos para que las mujeres puedan superar las barreras, sobre todo en el ámbito del cuidado familiar y las cargas que llevan como cuidadoras. En el ámbito humanitario esto es dramático. Las regulaciones de recursos humanos establecen que no se puede viajar con familia. Cuando se te solicita como humanitaria viajar por 6 meses a una zona devastada, sin familia, para trabajar 24×24 a brazo partido, ¿cómo lo organiza una mujer desde la carga doméstica tan grande que pasa por uno?
  5. Las mujeres que sí llegan a posiciones de mayor liderazgo y poder tienen unas presiones enormes y terminan desarrollando modelos patriarcales de defensa de sí mismas, que las terminan convirtiendo en el peor de los hombres cuando están al frente.

Todos estos factores subyacen también a la subrepresentación que se ve en la institucionalidad venezolana en cuanto a la participación de la mujer.

¿CÓMO SERÍA UNA REINSTITUCIONALIZACIÓN DE VENEZUELA QUE REFLEJE IGUALDAD?

Yo me atrevería a decir que es posible re-institucionalizar Venezuela desde una perspectiva de igualdad de género desde ya, aún sin esperar que cambie el gobierno para re-institucionalizarnos.  

Una re-institucionalización con sentido de igualdad pasa por liderazgos más democráticos, más colaborativos, menos competitivos y más transformadores, que es justamente el tipo de impronta que los liderazgos femeninos suelen dejar.

Como en lo humanitario, una institucionalidad con más sentido de igualdad de género sería una institucionalidad más funcional, mucho más potente, con una potencia que parta desde el talento, la seguridad y la capacidad, y no desde el poder. En lo humanitario se ha evidenciado esto. Las mujeres que controlan posiciones humanitarias llegan a tener programas en los que el personal se asigna por su capacidad, en los que se goza de una mayor diversidad de enfoques y asesorías, en los que se reparte de una manera mucho más democrática, de alternancia y colaborativa el control y el poder de las acciones y en la que se reconocen mucho más los errores y se rectifican más rápido. Esto último es algo que ahora mismo nos hace mucha falta y es algo de lo que carecen muchos de los liderazgos masculinos que tenemos en el país.

Una institucionalidad con más sentido de la igualdad de género sería una institucionalidad más responsable y efectiva en atender las necesidades diferenciadas de la población, no dejaría a nadie atrás.

En una institucionalidad regulada por un sentido de igualdad de género, se daría de una manera más efectiva la regulación de los abusos y la corrupción. Se ha visto que las mujeres tienen muchísimo más capacidad de identificar rápidamente patrones o puntos de corrupción y abuso, de relatarlos mejor y denunciarlos con muchísima más consistencia y consecuencia.

Una reinstitucionalización de Venezuela con ese tipo de liderazgos, con una funcionalidad más potente, no basada solo en el poder sino en la capacidad de compromiso de movilizar al país, mucho más efectiva en los esfuerzos que canalizamos y más regulada en términos del poder,  generaría muy buenos resultados.

¿Qué se necesita para alcanzar esto?

EJES DEL CAMBIO

  1. Conocer mejor lo que está pasando. Desde el sector de mujeres se sigue un trabajo valioso de interpelación de los foros e iniciativas de reinstitucionalización del país en los que no se da espacio a las mujeres. Son muchos, incluso desde ámbitos de mucho poder de influencia en los que todavía se normaliza que al país lo piense, lo discutan e incluso lo negocien solo hombres.
  2. La alternancia, es decir, yo pienso que es más fácil acercarnos a una institucionalidad más transformadora en términos de igualdad de género si hay alternancia en los poderes y en el control de las instituciones, a que si se tienden a perpetuar los grupos de poder.
  3. Hay que intentar hacer accesibles los espacios. No se trata siquiera de pretender que los que convocan a un foro o los que convocan a un diplomado lo hagan incluyendo mujeres, sino que los mismos participantes lo demanden. Hay que verlo necesario, hay que facilitar el acceso de las mujeres a todos los espacios.
  4. La asignación no estereotipada de roles. Yo creo que es importantísima, uno lo ve en los cuadros del gobierno, ayer mismo Maduro se jactaba que Chávez es el padre del feminismo y hablaba del papel de la mujer y de las cuotas de representación de las mujeres pero cuando uno ve las mujeres que están en esas posiciones de poder en los cuadros oficiales hablando de parto humanizado y hablando del banco de la mujer para microcréditos, entonces uno dice, puedes ser muy mujer pero estás reproduciendo los estereotipos de una manera brutal.
  5. La regulación de la inclusión.

Entonces yo considero que todo esto hay que pensárselo muy bien y entonces construir una institucionalidad en la que dejemos atrás los gestos, las cuotas simplemente vacías e identifiquemos mejor lo que menoscaba las verdaderas participaciones de igualdad.

*Nutricionista, con estudios superiores en nutrición clínica y en políticas públicas de nutrición, con especialización en seguridad alimentaria a nivel poblacional y en gestión de emergencias humanitarias. Es trabajadora humanitaria con 22 años de experiencia en todo el mundo en los que ha brindado apoyo en emergencias. Creadora junto a Cáritas Venezuela del Sistema de Monitoreo, Alerta y Atención en Nutrición y Salud (SAMAN) para la protección y supervivencia infantil, herramienta que muestra en tiempo real el impacto de la crisis humanitaria en los niños, diseñado en un momento en que aún se negaba la crisis en Venezuela. Fundadora de una red de centros que permiten el apoyo nutricional a niños en sectores populares. Merecedora de numerosos reconocimientos dentro y fuera del país, entre los que destaca el galardón premio «Alma Mater 2019» otorgado por la asociación de egresados de la Universidad Central de Venezuela, su casa de estudios.

NUEVA INSTITUCIONALIDAD: INCIDENCIA DE LAS MUJERES EN EL CUMPLIMIENTO DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOCIAL

JANET CAMILO*

Agradezco la invitación del IEPFT que me brinda la oportunidad para compartir este panel con mujeres de muchas capacidades y vasta experiencia y sobre todo con el pueblo venezolano, con quien me unen múltiples afectos. Estoy aquí en representación de Uuofa Hajji, quien es la Presidenta de la Internacional Socialista de Mujeres, quien delegó en mí como Vice Presidenta para América Latina para hablarles de cuál es la visión de las mujeres socialistas sobre el tema de las mujeres como las protagonistas en la institucionalización.

También ha sido refrescante escuchar a las panelistas que han hablado antes, desde su vasta experiencia, sobre esa perspectiva que debemos tener las mujeres con relación a la nueva institucionalidad que debe instaurarse en nuestros países.

Comenzaré por una pregunta a la que aludía la doctora Sosa en su intervención.

La institucionalidad género?

A diferencia de la posición de la doctora Sosa, considero que la institucionalidad sí tiene género y esa institucionalidad se demuestra precisamente institucionalizando todas las discriminaciones existentes en nuestra sociedad, ya sea desde el tema religioso, ya sea económico, ya sea de raza, de color, y por supuesto, la principal dimensión, que es en base al género, contando que las mujeres somos la mitad de la población y que se hace evidente cuando se producen políticas públicas, cuando se manejan las esferas de poder y las mujeres estamos ausentes.

Lo primero es que hemos hablado, como lo decía Susana en la parte final de su ponencia, de que tenemos un mundo, una sociedad estructurada desde lo patriarcal, una sociedad que se ha pensado en hombres, que son los hombres que la han diseñado y por ende, basado en la cultura, con diferentes rasgos en cada sociedad, estamos hablando que vivimos en un mundo donde aún persisten grandes diferencias, a la hora de no solamente diseñar políticas públicas, sino de garantizar el acceso a los derechos fundamentales para las personas. Todavía las mujeres seguimos siendo discriminadas en razón de nuestro género y las ahí estadísticas están claras. Para nosotras las latinoamericanas, las caribeñas, como lo señala la Cepal en su portal, que nos deja todos los días bien claro que seguimos siendo discriminadas en las tres autonomías fundamentales.

En términos de la autonomía económica, dónde estamos las mujeres insertadas en el mundo laboral? Ahora mismo, esta crisis del Covid-19 nos ha puesto de manifiesto que a la hora de estar ancladas en las áreas de servicio como es el sistema de salud, que da respuesta al Covid-19, estamos las mujeres pero en posiciones de menor salario, somos las enfermeras, somos las cuidadoras, somos las que estamos en la base de los hospitales, en faenas de la limpieza. Pero cuando examinamos las estructuras, en la parte de toma de decisiones, en la salud, en los hospitales, en los mismos ministerios, el equipo que toma decisiones es eminentemente, mayoritariamente masculino. Y cuando hay mujeres son dos o tres mujeres a las que de hecho se les ha enseñado que el estar ahí también se lo deben a hombres, por lo que a la hora de tomar decisiones también le piden permiso a sus líderes masculinos.

Con relación a la autonomía física tampoco tenemos igualdad, todavía se nos siguen poniendo trabas para el tema de la educación sexual, para el tema del aborto, para el tema del dominio sobre nuestro propio cuerpo.

Y en cuanto a la autonomía política, la autonomía de ideas, es igual. Dónde estamos las mujeres participando en la política? Estamos en menor escala en todas las posiciones de poder. Y donde se han logrado adquirir legislaciones positivas, qué es lo que trata una medida positiva, una ley de cuota? Es cambiar una cultura en menor tiempo mediante una ley que obligue a ello, cuando sabemos que el tema de género fundamentalmente es un tema cultural y que amerita una nueva educación. Es importante educar en igualdad de géneros para cambiar la mentalidad, es hacer una reingeniería en el imaginario colectivo desde una perspectiva que construya nuevos roles de género para hombres y mujeres, basados sobre todo en el tema de igualdad en el acceso a los derechos y en el acceso a los deberes.

Entonces esa nueva institucionalidad a la que hacemos referencia con ese nuevo protagonismo de las mujeres, no será eficiente, no será real, si no logramos ese cambio cultural, ese cambio de mentalidad, sobre todo desde la parte del imaginario colectivo social de hombres, pero también de mujeres, para entender que las mujeres igual que los hombres, tenemos los mismos derechos y gozamos de las mismas oportunidades para acceder al desarrollo económico, social y humano de nuestros países.

Cuando hablamos de institucionalización y de la nueva institucionalidad, tenemos que referirnos a las tres instituciones fundamentales que son el estado, la familia y la sociedad, es decir, lo social. Y estamos hablando de que necesitamos que el estado sea garante de la titularidad de los derechos para que las mujeres logremos avanzar en igualdad de condiciones. Estamos hablando de que también necesitamos una igualdad entre el estado público y lo privado, que necesitamos la total redistribución del trabajo, porque esta pandemia también nos ha dejado claro en el tema del trabajo total, que no solamente tenemos hoy más carga en la agenda del cuidado, sino que también en la agenda del trabajo remunerado tenemos una gran carga pero con una gran brecha, que si bien es cierto que ha disminuido en Latinoamérica, no menos cierto es que persiste una gran diferencia en el salario entre hombres y mujeres en nuestra región.

Entonces, lograr estas tres cosas, que seamos titulares de derecho, que tengamos igualdad en el mundo público y en el mundo privado y que además tengamos igualdad en el aspecto salarial, en el acceso a la producción nacional, es un desafío para la agenda del cambio. El Covid-19 nos ha puesto una oportunidad para hacer un nuevo pacto social, pero ese nuevo pacto social, debe ser un pacto social para lograr la igualdad entre hombres y mujeres y que trabaje estas tres autonomías. Es decir, yo no concibo que estemos hablando de muchos países que ante el constreñimiento económico producto de esta pandemia, por lo que haya que hacer nuevos pactos fiscales y que esos pactos fiscales no estén ponderados, analizados, desde una perspectiva de género. Porque un pacto fiscal no solamente es imponer impuestos, es también hablar de la redistribución de esos impuestos que ha recaudado el estado, hacia dónde van dirigidos y cómo van dirigidos. Dónde estamos las mujeres en el nuevo pacto fiscal que ameritan los estados en este tiempo postpandemia o de pandemia, porque todavía no podemos hablar real y efectivamente de tiempo de postpandemia.

La agenda 2030 nos da una mano a nosotras las mujeres para apalancar en los estados, medidas, reformas o cambios legislativos, programas especiales, específicos, que puedan apuntalar, cerrar esas brechas de género, desde la participación política, la participación económica, que amerita definitivamente una evaluación del acceso a la salud de las mujeres y del derecho a decidir por nosotras mismas.

Como ministra me enfrenté diariamente al desafío de tener que negociar con los entes del Ministerio de Hacienda, de Presupuesto, las partidas con que contábamos. Y a la hora de diseñar cada año mi presupuesto en el ministerio, también me vi con el gran desafío de tener que hacer lobby, convencer a las diferentes entidades gubernamentales de que también desde sus iniciativas promovieran para ejecutar acciones que beneficiaran precisamente a las mujeres.

El tema de políticas públicas

Me peguntan si aquí no tenemos temas de mujeres. Entonces, en consonancia con lo que decía al principio la doctora Sosa y luego la doctora Raffalli, los temas de hombres siempre han sido también temas de mujeres. Por ejemplo, el tema de obras públicas beneficia también a las mujeres, no hay que hacer una política especial para mujeres. Cuando en obras públicas se construye un puente, se asfalta una carretera, se está beneficiando a las mujeres, porque además de que las mujeres conducimos en las vías, andamos por las vías públicas, somos productoras agropecuarias, pero además somos amas de casa, somos responsables de las familias. A la hora de la limpieza, cuando una carretera nos queda al frente y hay mucho polvo, pues tenemos que limpiar más y para ello debemos buscar más agua. Pero, dónde está el agua que tenemos que buscar? Somos también las responsables del cuidado de nuestros familiares cercanos y a la hora de llevarlos al hospital, a la salud, porque se nos enferman los niños, los envejecientes, la pareja, somos nosotras las que hacemos esa labor. Entonces cuando una calle se asfalta, ese asfalto propicia que las mujeres sean también beneficiarias, en particular, desde mi perspectiva, incluso más beneficiadas que los hombres, porque los hombres cuando miran la carretera lo que miran es que el vehículo, la goma, las llantas, que no se deterioren, que sea más práctica en cuanto a la distancia, que sea más fácil el acceso a ella. Nosotras vemos más componentes.

La agenda 2030

La agenda 2030 en sus primeros cinco objetivos, que son salud y bienestar, educación de calidad, hambre cero, fin de la  pobreza e igualdad de género, son fundamentales para que el compromiso de nuestros estados sea que generen políticas públicas, tanto en el ámbito del poder legislativo, del poder judicial y del poder ejecutivo que incorporen precisamente, no solamente planes sino resultados a favor de que las mujeres podamos gozar de un bienestar en igualdad de condiciones que los hombres. Y por supuesto, desde un proceso, de un nuevo orden social que implica un nuevo compromiso de cada uno de nuestros estados. Dónde estamos las mujeres actuando, dónde estamos opinando, dónde estamos poniendo sobre la mesa nuestros puntos de vista? Bueno, mayoritariamente estamos ausentes en la toma de decisiones y esto no es ser pesimistas, al contrario, yo soy muy optimista, pero creo que, si bien es cierto que hemos avanzado, aún nos queda un largo camino, un gran desafío.

Desafíos políticos de los estados

Y dónde está ese gran desafío en estados como el mío o como Venezuela? En el ejercicio de la partidocracia, los partidos políticos. Se necesita feminizar los partidos políticos, pero eso no significa solamente que lleguen más mujeres políticas para que cambien la política. Significa también que los hombres que están en la política aprendan a pensar y a actuar en beneficio de incorporar en sus miradas, en sus conceptos, al otro 50% de la población, que somos nosotras. Necesitamos más hombres feministas, pero no porque lo digan, sino porque sus acciones, los resultados medibles de las políticas públicas que no solamente impulsen sino que ejecuten, en nuestros estados, incluyan a las mujeres. He dicho que quiero que lleguen mujeres y lucho porque las mujeres lleguen, no importa que sean de partidos conservadores, partidos de izquierda, no importa en qué orden ideológico del siglo pasado o de este nuevo siglo se coloquen los partidos. Yo quiero mujeres de todos los partidos políticos, precisamente la política se piensa en femenino. El estado se piensa en masculino, la democracia se piensa en femenino, del mismo modo que la igualdad, la gobernanza, la fraternidad, la equidad. Los estados, cuando hablamos de democracia, hablamos en femenino, pero a la hora de ejecutar, lo hacemos con el poder, y el poder se sigue pensando en masculino porque los que dirigen el mundo en lo económico, en lo social y en lo político, mayoritariamente siguen siendo hombres.

Necesarios cambios culturales

Para hacer ese cambio no es fácil hacerlo porque reitero lo dicho al principio, hace falta un cambio de cultura, de roles que van vinculados con la educación. Por eso es esencial que este ejercicio académico que estamos haciendo, se realice con mayor frecuencia en la academia para que impulse precisamente, el sistema educativo nacional, para que se incorpore una nueva visión de equidad a nuestros niños y niñas y que se eduque desde la igualdad, enseñando nuevos roles, donde niños y niñas aprendan a negociar, no a imponer con el poder y con la violencia las cosas, sino a negociar y a entender que ambos tienen la oportunidad, no solamente de generar ideas sino también de participar en la ejecución. Que las niñas puedan ser astronautas y los niños puedan ser padres de casa y que cambiar un pañal, cocinar o fregar, sin que ello disminuya su masculinidad, sino que al contrario, tal vez sea un plus para su masculinidad. Y el que una mujer que maneje un camión, que quiera ser ingeniera o quiera ser astronauta, no tiene que tildarse de masculino, sino que ella pueda incluso fortalecer su femeneidad. Por supuesto esa visión, nos tomará todavía un largo tiempo realizarla. Algunos estudios dicen que tomará cien años para alcanzar esa igualdad, pero yo soy de las que dice que el futuro comienza hoy y que yo no voy a cambiar el mundo, pero puedo cambiar mi entorno, mi pequeño entorno es mi casa, son mis hijos e hijas. Entonces el cambio comienza por mí, desde adentro, mirándolo en el círculo más cercano que me rodea.

Una nueva institucionalidad implica nuevas instituciones

Por último, y no menos importante, quiero decir que una nueva institucionalidad implica nuevas instituciones. Ahora bien, quiénes conforman las instituciones? Las conforman las personas. Pero, hemos cambiado realmente las personas? Este Covid-19, que nos ha tocado el lado más sensible que tenemos los seres humanos que es el temor a morir, nos ha cambiado realmente? Las mujeres hemos aprendido la solidaridad o el hombre ha retomado la solidaridad? El vacío que existe de un liderazgo solidario en el mundo nos habla claro simplemente con el tema de las vacunas. Cómo este virus no hace enfocarnos en primer lugar hacia lo nacional y cuando lo nuestro esté resuelto voy a ver si puedo ayudar al vecino. Entonces, necesitamos esa solidaridad o liderazgo mundial, tal como se hizo manifiesto luego de la segunda guerra mundial. Este Covid-19 nos ha dicho, nos ha revelado, que hay una ausencia de liderazgo mundial. Y en Latinoamérica hay también una ausencia en cuanto a ser solidario para que la democracia se establezca en los pueblos donde hoy la hemos perdido.

Mujeres mediadoras de paz

Podemos las mujeres ser mediadoras de paz?  El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha dejado bien claro de acuerdo a la experiencia de la Cumbre de Colombia, donde las mujeres se han integrado precisamente a ser parte del proceso de paz, que han resultado efectivas. Pero qué sucede? Que los hombres se resisten a que las mujeres que sienten en los consejos de paz, que sean mediadoras de paz, cuando hemos demostrado que las mujeres pensamos en una paz que logre bienestar a través del diálogo, a través del cuidado, para lograr una convivencia pacífica, que hemos aprendido más a negociar sin violencia que los hombres. Que a los hombres tradicionalmente se les ha enseñado a lograr las cosas a través de la fuerza, mientras que a nosotras se nos ha enseñado a mantener las cosas a través del diálogo. Y entonces, ese plus de nosotras, junto con el de los hombres, puede hacer un equilibrio en los procesos de paz y puede lograr mayores resultados, pero se nos hace difícil.

Qué se necesita para lograr el cambio?

  • Fundamentalmente seguir impulsando el tema de la educación en igualdad desde la academia, seguir produciendo diálogos, investigaciones, producciones, para que desde ahí podamos seguir alimentando el feminismo. El movimiento en toda la América Latina, ha tenido un gran avance y la academia ha representado un aporte fundamental en ese avance de las mujeres, pero en este momento la academia tiene que asumir un rol más activo, sobre todo para acompañar al tema de las mujeres, no solamente desde la perspectiva feminista, sino de todas las perspectivas. Las mujeres, en definitiva, no hay una mujer, somos mujeres, cada una desde sus propias diferencias, se debe reconocer la otredad de la contraparte.
  • Lo segundo es el tema de la educación básica, inicial y superior en nuestro sistema educativo. Tenemos que hacer un cambio institucional. Ese cambio implica una nueva formación para niños y niñas con curriculos, con pensum que hablen y se refieran a todos los temas, pero desde una perspectiva de igualdad. No podemos seguir escribiendo cuentos de princesas, no podemos seguir enseñando a las niñas y los niños que solamente los hombres consiguieron nuestra democracia. No podemos seguir invisibilizando el rol que las mujeres han tenido en América Latina en las guerrillas, en la lucha por la democracia. Ahí hay nombres de mujeres y tenemos que aprender a visibilizarlas.
  • Por lo que para mí es fundamental que las mujeres escriban sobre las mujeres. Mujeres que hoy son protagonistas anónimas de esas historias. No podemos seguir como en los siglos XVII y XVIII, en los que las mujeres tenían que usar seudónimos para escribir, porque no se les estaba permitido, o sea, no se les visibilizaba. Y por eso creo mucho que hace falta promover a mujeres que escriban, mujeres periodistas, para que cuenten las historias de tantas protagonistas, de tantas mujeres silentes que han aportado a que nuestros países tengan mayor progreso y tengan mayor democracia.
  • Otra cosa importante es seguir ayudando a que mujeres entren en la política, porque nada de esto se va a lograr en un país donde el sistema político es esencial, si no llegan las mujeres a la política. Y no se puede esperar a que lleguen a ser diputadas, senadoras, funcionarias, juezas, para ayudarlas a visibilizar, a capacitarlas. No, vamos a acercarnos desde ahora a los partidos políticos para capacitar a las mujeres, para orientarlas. No podemos exigirles a las mujeres que llegan al poder que piensen como las que hemos sido formadas en las escuelas de ciencias políticas, que piensen como las feministas. Porque ellas todavía no han tenido esa experiencia de vida, han tenido ya bastante carga con el simple hecho de ser protagonistas en el mundo de la política. A ellas tenemos que acompañarlas y la academia es fundamental en ese acompañamiento de formación, de capacitación y apoyo para que su liderazgo sea más fuerte. Hay que apostar a liderazgos femeninos en nuestra región, a liderazgos políticos.
  • Tenemos que seguir teniendo la visión de que necesitamos que más mujeres que nos representen en los espacios de poder para lograr que nuestros organismos, nuestras instituciones, la familia, la sociedad, el estado, piensen de una manera diferente en cuanto a visualizar el rol y el valor de las mujeres. Y nosotras mismas, también tenemos que hacer ese aprendizaje. Esto no es un tema solamente de renovar una masculinidad para que sea más positiva, sino para que también en lo femenino se renueve la mentalidad y en esto es fundamental el rol de la academia.

Definitivamente, somos protagonistas de un poder diferenciado. Lo escribió Antony Gutiérrez-Rubí, español, y ese poder lo ejercemos de una manera diferente que los hombres. Yo soy de las que digo que no es mejor ni peor, simplemente dirigimos de una manera diferente porque hemos sido educadas con roles diferentes. Cuando una mujer y un hombre se sientan en la mesa a negociar, a producir políticas públicas, es importante el tema del presupuesto para políticas públicas, también es importante el tema de estrategias para políticas públicas. Pero lo más importante para realizar políticas públicas a favor de las mujeres es que nuestros presidentes y nuestros gabinetes, sepan la importancia que tiene producir estas políticas públicas para lograr bienestar social. Y no podemos seguir apostando a las políticas públicas discriminatorias, tenemos que apostar por las políticas públicas que den una oportunidad de que las mujeres se inserten en todos los estamentos gubernamentales, en todos los estamentos de producción de nuestros estados. Será lento? Sí, va a ser lento. Desde 1900 hasta hoy, las mujeres hemos logrado el derecho al voto, el derecho laboral, hemos avanzado en los derechos sexuales reproductivos, pero todavía seguimos teniendo desigualdad, todavía seguimos siendo mayormente discriminadas en el mundo público y en el mundo privado. Si hablamos de las empresas, cuántas mujeres se han desempeñadas como CEO de las empresas? Nos damos cuenta de que también ahí estamos sub representadas, que siguen siendo los hombres los que mayoritariamente lo heredan a través de su familia o que dirigen empresas en el mundo empresarial.

Entonces el desafío para esta nueva institucionalización también tiene algo muy importante y con eso concluyo. Nosotras mismas, las mujeres, dónde nos vemos? En qué lugar nos vemos, qué capacidad tenemos nosotras mismas de ser atrevidas, de seguir atreviéndonos? Las mujeres que han llegado han sido atrevidas, se han atrevido, han roto esquemas, han roto techos de cristal, se han negado a ser parte de los pisos pegajosos, de las escaleras rotas y han seguido hasta romper los techos. Pero cuántas de nosotras tienen esas capacidades? Tenemos que seguir apostando a que todos los días sean más mujeres las que tengan la capacidad de romper su propio techo de cristal, para lograr una participación creada en el liderazgo activo de la gobernanza, de la institucionalización democrática de nuestros países y yo sé que las mujeres venezolanas están apostando todos los día a que su país retome esa democracia, que su país, por supuesto, goce de los mismos derechos en situaciones tanto para hombres, para mujeres, niñas, niños adolescentes, no importa el género y auguro el éxito recordándoles que el éxito es el trabajo sostenido sobre el tiempo. Tener la capacidad de caer y luego levantarnos, siempre tener la capacidad como mujeres de volver a reinventarnos, ser atrevidas y practicar la solidaridad, sentirme orgullosa porque ustedes lleguen, porque una de nosotras llegue. Porque cada vez que llega una de nosotras, nos estamos abriendo las puertas para que otras puedan llegar. El camino ha sido despejado por nuestra lucha. Lo importante es despejarlo más para que las nuevas generaciones que quieran transitando puedan encontrar mayor capacidad de crear puentes para lograr la igualdad.

*Dominicana. Licenciada en Derecho, Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Profesora universitaria en Derecho Constitucional, Ciencias Políticas y Derecho Internacional Público y Privado. Desde 1991 incorporada al movimiento Compromiso Nacional de apoyo a José Francisco Peña Gómez, del Partido Revolucionario Dominicano. Presidenta del Instituto Latinoamericano Mujer y Política, y Vicepresidenta de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe, COPPPAL Mujeres. Vicepresidenta de la Internacional Socialista de Mujeres. Fue Ministra de la Mujer en República Dominicana en el período 2016-2010.

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