Guerra Rusia-Ucrania genera cambios geopolíticos y pone a raya a las dictaduras de las democracias

En el Coloquio La Invasión rusa a Ucrania, la guerra y sus consecuencias, convocado por el IEPFT,  un catedrático y dos periodistas expusieron visiones acerca de la confrontación y las consecuencias en Europa, el desplazamiento masivo de civiles y el rol de periodistas y medios internacionales.

A un mes de estallar, la guerra de Rusia y Ucrania está provocando cambios cruciales en el tablero geopolítico, no vistos desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, de los cuales no escapa América Latina: está fortaleciendo la raya de la democracia. Un escenario complejo que puede apurar una posible negociación en las próximas semanas.

Las consideraciones fueron expuestas en el Coloquio La Invasión rusa a Ucrania, la guerra y sus consecuencias, convocado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro (IEPFT), para ofrecer un panorama profundo sobre las repercusiones económicas, políticas e informativas de este conflicto.

Nikolaus Werz, catedrático de Ciencia Política Comparada en la Universidad de Rostock, Alemania, e investigador asociado en el Cendes, Caracas, (1982 y 1991); Ludmila Vinogradoff, periodista y corresponsal de los diarios ABC de España y del Clarín de Buenos Aires; y Oscar Schlenker, periodista y corresponsal del canal alemán Deutsche Welle (DW) en Venezuela, plantearon  visiones diversas sobre la invasión ordenada por Vladimir Putin en territorio ucraniano y las consecuencias.

El embajador Edmundo González Urrutia, en representación de la directiva del IEPFT, dio apertura al coloquio. Destacó la importancia del tema que absorbe la atención no solo por la situación de la población civil, sino también por las implicaciones para la paz, la seguridad y el orden mundial.

“Es mucho lo que está en juego en este conflicto: la diplomacia como instrumento para la prevención de conflictos; el multilateralismo como sistema para la construcción de la paz. Y también, como lo dice Fernando Mires en un reciente análisis, “está en juego, entre otras cosas, el derecho internacional… Están en juego todos los acuerdos de posguerra, entre ellos los de la protección a la población civil… Están en juego Polonia, los países bálticos, Finlandia e incluso Suecia. Está en juego el orden de seguridad mundial. Y por último, y dicho sin ningún dramatismo, pero con todas sus letras, está en juego el destino de la humanidad”.

Guerra indeseable, pero “América Latina sale ganando”

Werz, expresidente de la Asociación Alemana de Ciencia Política (2005-2007) y autor de varios libros, expuso en su intervención las implicaciones del conflicto Rusa-Ucrania en la Unión Europea, y destacó el ambiente inicial en el que “nadie quiso creer” la posibilidad de una guerra. Analizó el hecho desde varias ópticas.   

En Alemania, fundamentalmente, predominaban posiciones idealistas y pocos estudios de estrategia militar. Además, no se involucraba en conflictos y su economía fue exitosa. “Allí se decía, después de la caída del Muro (1989) y la disolución de la URSS (1991), ‘estamos rodeados de amigos por primera vez en la historia del país”, dijo. Además, la tradición de la política de distensión que inició Billy Brandt implicaba buenas relaciones con Rusia y, por tanto, surgió la idea de un intercambio económico que acercara a las sociedades tan encontradas en la Guerra Fría, explicó.

“Putin, quien fue muchos años agente de la KGB y que hablaba alemán dio discursos en el Parlamento de Berlín y en la Conferencia de Seguridad. En este último dejó ver las tendencias a la reconstrucción del imperio ruso. Lamentablemente no se le dio la debida importancia”.    

A cuatro semanas de la guerra, señaló, aspectos como la inexistencia de apoyo de la población en Ucrania, no se corresponden con las expectativas del presidente ruso, en su plan de invasión. Además, este no solo sobreestimó la capacidad de su fuerza militar y subestimó el coraje en Ucrania, sino que también creyó que Occidente estaría dividido y la UE desunida.

Pero Putin no fracasó en todo, advirtió el panelista, aunque el avance de su fuerza militar ha tenido bajas no esperadas. “En Siria y Georgia se repite la fuerza destructora de su política; su visión anticuada de imperio ruso del siglo XIX y XX y de un mundo multipolar no contienen visiones constructivas para el siglo XXI.  Se basa en conceptos geopolíticos trasnochados. Por qué el país más grande del mundo con apenas 140 millones de habitantes quiere conquistar el segundo país más grande de Europa, Ucrania, es muy difícil de entender”.

Otro efecto intencionado es la fuga masiva de personas, una carta jugada en el conflicto con Siria, según precisó, para desestabilizar las democracias occidentales. Consideró que si bien la acogida de más de 5 millones de desplazados  ha sido solidaria, cuando aumenten también lo harán las tensiones internas en las sociedades receptoras

 “Todo esto se enmarca el nacionalismo ruso y en el desafío de Occidente frente al cual Rusia quiere presentarse como alternativa ante la decadencia”.

El especialista destacó cambios significativos ocasionados por la guerra. Por ejemplo, el apoyo unánime de la UE; el financiamiento de armamento a Ucrania por parte de la UE, a pesar de los matices en los países que lo integran; planes para constituir una fuerza armada común de 5.000 soldados hasta el 2025, “algo impensable hasta hace poco”; y el incremento de presupuestos de países como Alemania para su fuerza militar, que antes eran de menos de 2% del PIB. El jefe de gobierno alemán Olaf Scholz, anunció un programa especial de 100 millones de euros para la modernización y capacitación de sus fuerzas armadas. “Esto es algo nuevo, y se habla ya de un cambio de posguerra”, afirmó Werz.

Descartó la posibilidad de una confrontación mayor, porque la OTAN “no se involucrará”. “Un conflicto entre la OTAN y Rusia podría terminar en una tercera guerra mundial, es la percepción de la mayoría de los países que opinan que no debe hacerlo”  

Pero la política nos será como antes y hay “un cambio de época”, opinó. Y citó la contradicción de la visión multipolar de Putin, China y sus aliados; y la visión multilateral del gobierno alemán y de la comunidad europea que apuesta a más acercamiento y a temas humanos.

Refirió el descrédito muy fuerte de Putin dentro del populismo europeo y en países de América Latina.  “Al final será el perdedor”. Y auguró que la región “sale ganando”. “Lo que va a pasar es que las líneas entre democracia y dictadura se están aclarando” y aludió un escenario de “cambios”.  No obstante, condicionó este escenario a la duración de la confrontación bélica y al logro de acuerdos, lo que ve posible pero complicado. “Esto tendrá que madurar más hasta que las posibilidades para una negociación sean mejores”.

Crisis de refugiados, como en Venezuela

Vinogradoff, hija de rusos y padrastro ucraniano, abordó la crisis de refugiados en Ucrania. Señaló que existen 10 millones de desplazados por la guerra de Putin, de acuerdo a cifras de Naciones Unidas. Y de esa cantidad, 3,5 millones se han refugiado en países vecinos que le abrieron sus puertas. Esto ha significado para el país bombardeado, de 44 millones de habitantes, la peor tragedia desde la Segunda Guerra Mundial, tan solo comparable con la hambruna provocada por Stalin, entre 1930 y1932, dijo.

“Residencias, hospitales, escuelas, residencias, museos, fábricas, empresas, han sido destruidas, así como pueblos y ciudades arrasadas por lluvias torrenciales de misiles y metralletas, durante un mes, por la ambición demencial de un psicópata que pretende anexarse a sangre y fuego el territorio que ha invadido”.

Consideró que “la crisis de ucranianos es un deja vou para Venezuela”, en el caso del éxodo de venezolanos que se inició hace 22 años con Hugo Chávez y se intensificó hace ocho años con Nicolás Maduro. 

Se refirió a la emotiva escena en Kiev, el 4 de marzo, en la que un padre de 41 años de edad, que decide quedarse para luchar, se despide de su pequeña hija de 5 años que junto a la familia buscaría amparo en país vecino. “Es la misma situación de llanto y separación familiar que se ha visto en Venezuela, en el Puente Internacional de San Antonio, en Táchira; en las barcas que salen hacia Trinidad-Tobago; o en el aeropuerto de Maiquetía, envuelto en las policromías de Cruz Diez”.

“La diáspora venezolana de 7 millones de personas tiene nombre y apellido, al igual que la ucraniana, aunque la causa no sea la del bombardeo ruso, sino otro tipo de armas igual de letales, como la represión, la inflación, el desempleo, el arma y la corrupción”, agregó.

En su opinión, los conflictos que existen en Ucrania y Venezuela tienen algo en común: “la gente escapa del neo comunismo y la tiranía”.

Destacó diferencias entre los desplazados de ambos países. “La ucraniana manda los hijos a refugiarse en los países aledaños, mientras los hombres se quedan en resistencia. En cambio, la mayoría de hombres y jóvenes venezolanos huyen al extranjero para trabajar, mientras dejan a sus hijos en manos de las abuelas”.

También apuntó que mientras Polonia recibe a los ucranianos “con los brazos abiertos”, los venezolanos llegan a Colombia y “no han recibido el trato humanitario de pares latinoamericanos ‘progres’ por el dinero y la influencia de Maduro”.

Mencionó la indiferencia de Putin y Maduro con la suerte de quienes se han ido. “Pero ambos saben que tienen la guerra perdida con fecha de vencimiento, con acusaciones de lesa humanidad y crímenes de guerra”.

Vinogradoff afirmó que de no ser por Putin la guerra con Ucrania nunca hubiese ocurrido, a pesar de que los rusos tienen 300 años sin conocer la democracia. Sin embargo, avizora que “habrá un desenlace por vía de la negociación”. 

“Hay documentos que señalan que Stalin entregó Crimea a Ucrania y eso forma parte de otra negociación, pero pueden declarar una tregua mientras que Ucrania declare su neutralidad y no forme parte de la OTAN. El desenlace podría ir por ese camino según las tendencias que se han manejado hasta ahora” .

Guerra de narrativas

Schlenker, por su parte, expuso el papel de los medios internacionales ante la confrontación bélica de Rusia y Ucrania.  Exaltó la significación de la frase, “en tiempos de guerra los diplomáticos negocian la paz, los políticos por el poder y los periodistas documentan y muestran las atrocidades que ocurren en el campo”. Aunque no mencionó el autor, ilustró de esta manera los distintos roles del periodista y el derecho de informar, tras reconocer como positiva la intención periodística de sensibilizar a las audiencias al difundir historias para llegar a más audiencias.

“El periodista tiene un rol protagónico en esta guerra, en sensibilizar a las audiencias. Y no basta con mostrar las atrocidades de la guerra, como siempre lo hemos hecho.  Las audiencias están más diversificadas que nunca en la misma proporción en que hay más contenidos  Y eso hace que el trabajo periodístico sea no solo más complejo sino que es menos valorado”.

Citó como ejemplo cómo la imagen de un soldado ucraniano bailando en Tic Tok generó más empatía que la de una mujer alistándose en las fuerzas armadas de Ucrania. Y refirió que todo el que tiene un dispositivo para informar lo hace, no necesariamente un periodista, genera un contenido que es consumido. “Ya el tubazo (primicia) se acabó y los líderes de los medios anuncian antes que los periodistas sus noticias y nadie valora la privacidad como antes, menos en una guerra como la que está ocurriendo”.

No obstante, destacó la importancia de guiar a las audiencias, basándose en analogías del politólogo estadounidense Larry Sabato, que promueve la participación cívica. “En la era digital, un buen periodista tiene el mismo deber de un perro guardian, que vigila y está atento a la verdad ante cualquier acto de corrupción. Hay que guiar a las audiencias a la verdad porque hay muchos obstáculos para llegar a ella”.

Cuestionó entonces la aparición de noticias falsas o fake news en la guerra Rusia-Ucrania, en medios internacionales, “para confundir, crear zozobra en Ucrania”, empleando para ello imágenes escandalosas. O videos con imágenes truqueadas, como un medio de propaganda, aparecido en redes.

Estamos viendo una guerra de narrativas, en este momento, que se han convertido en municiones para los periodistas, tanto de un bando y como de otro; buscan dividir audiencias y una vez que lo logran, radicalizarlas en los extremos. Por ejemplo, no sabemos si China está tomando la narrativa de Occidente o de Rusia”.

Este aspecto es tan importante, dijo, que aunque han bloqueado medios como Rusia Today, puede verse reportes sobre ucranianos que convierten a civiles como escudos humanos y centros comerciales de su país en objetivos militares. “Una afirmación que a simple vista es absurda, se convierte en canal de propaganda y mezcla la realidad con la ficción, a favor de Rusia”. 

Al apuntar hacia la prensa internacional, dijo que estamos tan involucrados en las redes sociales que se ve está encontrando más emotividad. “Tanto los medios como las audiencias han entendido que los periodistas tenemos que buscar emociones, como lo hizo la periodista ucraniana en Inglaterra que regañó públicamente al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson”. Y agregó: “Hoy es más difícil para cualquier periodista ser balanceado que objetivo, todo tiene que ver con la emotividad”.

Mencionó también el rol de las mujeres en los medios internacionales y la crítica hacia estos medios por concentrarse solo en esta guerra, cuando se desarrollan conflictos en otras partes del mundo. Y Defendió este enfoque periodístico.

 “Estamos relacionados con Europa más que con Asia. Nadie se esperaba que este conflicto ocurriera y menos de la manera como ocurrió. Además, Ucrania es un país muy rico en producción del continente europeo y los efectos se observan en la exportación de trigo, lo que hace que esta guerra tenga relevancia, pues está ocasionando cambios geopolíticos, migratorios y  también culturales”.

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