Lula, 20 años después: Un “mensaje positivo” para la política venezolana

El Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro convocó a dos especialistas brasileños en materia internacional, y a un dirigente venezolano, para conversar sobre Brasil y Lula Da Silva, dos décadas después de su primer gobierno. Consideraron que Venezuela es uno de los grandes retos del presidente brasileño, en el nuevo escenario regional, y la oposición debe saber jugar un papel para impulsar los cambios  

Lula Da Silva tiene ante sí “grandes retos” que asumir en su segunda presidencia en Brasil,  muy distintos a los de hace 20 años, cuando ejerció su primer mandato (2003-2011). 

En lo interno, debe tener la capacidad de gobernar un país polarizado y complejo, con moderación y disposición a la negociación necesarios para emprender los cambios que se esperan.  Y  también, definir con amplitud las relaciones internacionales, en medio del nuevo escenario político en la región.

En este contexto, el presidente brasileño representa un “mensaje positivo” para Venezuela. En la relación entre ambos países,  puede contribuir con restablecimiento institucional, y también con el rol de la  oposición venezolana.  

Esta es la visión coincidente que expusieron los académicos brasileños María Herminia Tavares de Almeida y Feliciano de Sá Guimarães, especialistas en ciencias políticas y relaciones internacionales; y el dirigente político venezolano, Stalin González, en el Coloquio Brasil: Lula 20 años después.

El conversatorio, organizado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, contó con la moderación del politólogo Jesús Mazzei quien, en nombre del presidente del Instituto, Ramón Guillermo Aveledo, y del coordinador de Asuntos Internacionales, Edmundo González, dio la bienvenida a los expositores.

Durante la presentación, destacó la importancia del coloquio, en el marco de las relaciones que mantienen ambos países, desde que se reiniciaron en 1973, luego de una breve suspensión, con el encuentro de los presidentes Rafael Caldera y Emilio Garrastazu Médici, en la frontera venezolana. El hecho lo recoge el libro “Brasil, tan cercano y tan lejano, editado por el Instituto, dijo.

Lula requiere de moderación y diálogo

Tavares de Almeida, también directora del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo, centró su exposición en el escenario político interno con el que Lula Da Silva inició su gobierno, en enero de 2023,  y los cambios ocurridos en los últimos 20 años, desde su primer período.   

En las dos décadas, el sistema político no ha tenido grandes cambios, indicó. Destacó, entre ellos, la independencia del Banco Central, hoy “atrapado en disputa política importante“; el multipartidismo “muy fragmentado” y un sistema presidencial basado en coaliciones. “Desde que en Brasil tenemos democracia, el partido del presidente jamás ha tenido mayoría en el Congreso, así que para vencer elecciones y gobernar tiene que construir una amplia coalición, y el Partido de los Trabajadores (PT) jamás ha podido constituir mayoría, por lo que ha debido formar coaliciones con la centro derecha”, recalcó.

También mencionó la “alta fragmentación” política del Congreso, que aumentó desde el retorno a la democracia. Y citó el ejemplo del PT: Los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff no alcanzaron 20% de las curules y los partidos conservadores siempre fueron mayoría, “aún en los momentos en que el PT tuvo más apoyo”. “Hoy el presidente Lula tiene una colación un poco más grande que la que tuvo  en 2002”. Frente a este, señaló el aspecto electoral que calificó de “paradójico”. “El electorado del país desde está dividido, casi en partes iguales, entre ‘petismo’ y el ‘antipetismo’, aunque en los estados no es así”.

En cuanto a los cambios, mencionó la coalición electoral de Lula en sus dos períodos. Si en 2002 estuvo constituida por partidos de izquierda, “aunque el PT fue el dominante”, en 2022,  en medio de la crisis con  Jair Bolsonario, esa coalición electoral es más amplia, se trasladó al gobierno y este se ha constituido en pluripartidista, con representación de distintas organizaciones políticas”.

Esto obliga a Lula a una negociar cargos políticos, a hacer concesiones, y además plantea una situación compleja. “Demanda del presidente mucha capacidad de negociación, de aceptación de posiciones”.

En el Congreso, en contraste con su gobierno anterior, Lula tiene una composición ligeramente más favorable, pero no mayoría para impulsar una reforma constitucional que, en su opinión, es necesaria. “Desde 1988,  más de 100 enmiendas constitucionales fueron aprobadas por el Congreso y la capacidad de construir mayoría para enmendar la Constitución es importante”.

También señaló como otro cambio la “significativa polarización” que se consolidó en las elecciones pasadas, con la importante votación que obtuvo Bolsonaro. “El gran cambio se dio del centro a la derecha; esperemos que se produzca un proceso de despolarización. Y hay señales del gobierno en esa dirección”.       

“Esta situación demandará del presidente Lula moderación, capacidad de hacer concesiones y de mantener unida una coalición política bastante heterogénea”.

Oportunidad para Venezuela

Desde la perspectiva de la política venezolana, González, integrante del Grupo Negociador de Plataforma Unitaria, señaló que Brasil y el triunfo de Lula no han tenido la debida atención por parte de la oposición nacional, como sí se le ha dado a otros países y a actores políticos de la región. Invitó a ver al país vecino, más allá de tener una frontera común de 2000 kilómetros y ser una potencia en el continente.

“Lo que representa el triunfo de Lula, en medio de la ‘ola progresista’ del continente, es un mensaje favorable, ante la proximidad de las elecciones presidenciales de 2024, en Venezuela, pues muestra que se puede volver a un gobierno democrático, a través de la elección. El chavismo tiene miedo de perder el poder”.

Lula tiene que definir no solo la política internacional que responda a los problemas globales, como la CIVID-19 y la guerra Rusia-Ucrania, sino que además debe enfrentar el proceso interno que vive Brasil y que exige de Lula mucha negociación. “Creo que es una oportunidad para nosotros, en Venezuela”.

“Tenemos que ver el tema Lula como una oportunidad. Si bien es cierto tuvo vínculos con el chavismo durante los últimos años, Lula puede ser hoy un aliado de la democracia venezolana, de la oposición”.

Basó su visión en que la “política de máxima presión no dio resultado”. “Y la muestra es que (Nicolás) Maduro sigue en el poder, mientras aislamos el país, y tenemos que probar otra estrategia. A Maduro hay que construirle otra cama en el continente, alejarlo del eje del mal. Y Lula tiene la posibilidad grande y la autoritas para contribuir con eso”.

Resaltó la significación de Brasil en el contexto político regional, –“Apenas con un mes en el poder, Lula ya fue recibido en Washington”- , por lo que consideró que el presidente brasileño puede ser aliado para alcanzar en Venezuela elecciones libres.

“Es mejor tener gente que vea lo que está ocurriendo en el país y que le diga las cosas al régimen para alentarlo a ser distinto, y tanto Brasil como Lula, menos radical que Bolsonaro, pueden ayudar a tener un país más democrático”, dijo aludiendo la crisis económica, social y política, sin precedentes.

Condenó el “maniqueísmo” que existe en el país al ver al chavismo como un problema de derechas e izquierdas. Y aseguró que a pesar de que la oposición “ha perdido espacios de poder en lo interno y también credibilidad”, tiene aún fortalezas. “Creo  que el país rompió con el chavismo, y Brasil es la oportunidad que hoy tenemos”.

Los “grandes retos” internacionales de Lula

El profesor Guimarães, por su parte, se refirió a la “reconstrucción” de la política exterior de Da Silva, luego de los cuatro años de la administración Bolsonaro. Mencionó “el triple desafío de la política exterior” del nuevo gobierno. 

“Quitar el bolsonarismo de la política exterior”; recuperar lentamente la credibilidad internacional de Brasil; y recuperar el protagonismo internacional que el país tuvo a principios de la década de los 2000, en América del Sur; esto llevará tiempo”, señaló.

Luego, identificó “cinco grandes retos internos y administrativos” que calificó de muy importantes en la política exterior. Entre estos mencionó extraer el bolsonarismo de organismos nacionales e internacionales que promueven la política exterior; construir una base aliada, ante la proximidad de elecciones para integrar comisiones de las cámaras del Senado y de Diputados, que poseen un rol de tanto peso como la Cancillería, indicó.  Además, asignar un nuevo rol internacional a las fuerzas armadas que “es algo muy complicado e importante para hacer en los próximos años”.

Indicó que ante la proximidad de ocurrir un cambio general de embajadores, “hay que esperar la elección de la Comisión de Política Exterior del Senado, pues de allí podrá salir el nombramiento del nuevo embajador en Venezuela”. Y vaticinó que “las relaciones con Venezuela van a cambiar mucho, pero hay que esperar esta elección”.

La relación de Lula Da Silva con Venezuela, en esta ocasión, será distinta a la que tuvo durante el gobierno de Hugo Chávez, afirmó durante su intervención.  “Cada vez que Lula se aproxima a Maduro, se abre una grieta muy grande de la oposición en Brasil y los costos domésticos son demasiado altos para Lula”.

Si bien “hubo un reconocimiento de Maduro en Venezuela”, dijo, destacó el papel importante de la oposición venezolana, frente a las elecciones de 2024, en el marco de las relaciones entre los dos países.  

 “Se cree que Lula tiene credibilidad para hablar con las dos partes. Durante la campaña electoral, todas las veces que fue preguntado sobre Venezuela, su respuesta siempre fue sobre la idea de que es importante cambiar  las personas que están el poder”. Y prosiguió: “La oposición venezolana hoy tiene la oportunidad de crear puentes de conversación y negociación con los dos grupos de la política exterior de Brasil, que tienen visiones distintas sobre cómo debe ser la renovación de relaciones. Y allí la oposición venezolana tiene un rol que es activar al máximo esta negociación.”

Otros aspectos de política exterior que el profesor Guimarães consideró “desafíos” fueron la relación “neutral o pendular” con los Estados Unidos y con China. “Los dos países tienen intereses muy poderosos en Brasil, pero este no es dependiente de ninguno de aquellos”.

Añadió que la cercanía con los Estados Unidos podría interpretarse una contradicción del PT y de su posición anti imperialista, “pero la oportunidad de que Biden y Lula tienen como enemigos el trumpismo, para uno,  y el bolsonarismo, para otro hace que tengan fuerza para hacer alianzas y combatir la extrema derecha en la región”.

“Esta es una oportunidad única, impresionante, de mejorar la relación de Brasil con los Estados Unidos”, acotó. Adelantó, además, el plan de Da Silva para “refundar Unsaur, con cambio de reglas internas del proceso decisorio”.

También destacó el rol determinante ante los problemas climáticos, como “la deforestación ilegal cero en la Amazonía, la cual es el mayor activo de Brasil”, y la meta del financiamiento internacional de los bosques.

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