Venezuela y la nueva administración de la Casa Blanca

Por Edmundo González:

Cada cuatro años, con motivo de la toma de posesión de un nuevo presidente en los Estados Unidos, solemos hacerse pronósticos en torno a la eventual política que seguirá ese gobierno con respecto a la agenda mundial, su política exterior hacia América Latina, en general, y Venezuela en particular.

Esta vez no ha sido excepción más aún si tomamos en cuenta que se trata de un gobernante del partido republicano, que luego de ochos años de administración demócrata, llega a la Casa Blanca con un mensaje desafiante; una agenda que privilegia los temas domésticos, una visión proteccionista del comercio y un discurso heterodoxo y provocador.

La victoria de Donald Trump tomó a muchos latinoamericanos por sorpresa, lo mismo que ocurrió en buena parte del mundo y en el propio Estados Unidos. Las inquietudes, reservas y sospechas  que provocó el candidato durante la campaña con sus afirmaciones hostiles hacia los inmigrantes mexicanos; las amenazas de construir un muro en la frontera con México y el rechazo al multilateralismo, le generaron una imagen poco amistosa activándose las alarmas en algunos gobiernos como el de México.

Destacados analistas internacionales calificaron su triunfo como una “catástrofe” (Castañeda); al tiempo que otros tratan de juzgar sus posturas como un mero ejercicio retórico propio de la campaña electoral.

Un dato no menor tiene que ver con Cuba y el futuro del proceso de normalización de relaciones diplomáticas, país calificado como un peligro inminente por el recién juramentado mandatario. En el mismo sentido genera preocupación la confrontación con China y las amenazas de una guerra comercial con ese país.

Si se toman como ciertos sus mensajes, desplantes y amenazas utilizados contra los inmigrantes;  los mexicanos, Cuba y el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica,  no es difícil vaticinar un período de conflictos con su más cercano vecino del sur y con otros países centroamericanos y del Caribe.

Si bien valoramos sus comentarios de preocupación sobre nuestro país, para la Venezuela democrática no deja de inquietar la escasa prioridad que se perfila en materia de derechos humanos y promoción de los valores democráticos, temas sobre los cuales se observa un discurso regresivo.

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